viernes, 5 de septiembre de 2014

Enamorando a mis propios Demonios ~ Noche 1

Retomando Donde Lo Dejamos




La noche fría y la luna ausente, que noche tan poco carismática.
 En un almacén cerca al muelle se daban movimientos extraños, asuntos ajenos a personas con vidas completamente normales. Pero este no es el caso de los que estaban ahí. Para nada son personas con vidas normales, aunque eso quieran aparentar.

El viento comenzó a soplar fuerte, tratando de arrancar los árboles del suelo y las casas de sus cimientos, cualquiera pensaría que un huracán se acercaba. Aunque claro eso esta lejos de ser huracán y que en este pequeño país de América jamás han vivido uno en carne propia. La lluvia empezó simple y suave, se dejaba llevar por las ráfagas del impaciente viento, hasta que harta de eso se dejaba caer con furia.

-¿DÓNDE ESTA? -se escucho gritar una voz ya con años encima.
-¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? Buscan, buscan, pero nada más que la muerte hallarán y cualquier otro placer que venga con ella...
Un golpe fue dado justo en la cara de la chillona voz que respondía irrespetuosa.
-Venga, dime y puede que hagamos tratos para que regreses con tu amo -la voz cansada ya de tratar de razonar se comenzaba a impacientar.
-Viejo, dejemos esto así, no dirá nada... porque no sabe nada -una voz más joven fue la que ahora se unía ala conversación -Además este clima me esta poniendo de nervios...
-MIEDO MIEDO JAJAJAJAJA -la voz chillona inundo el almacén -mi amo sabe lo que sienten, puede oler el miedo que desprenden... -fue callado esta vez por el golpe de un bastón, negro, con detalles en plateado.
-Mira cucaracha -esta vez era una chica, se le acerco lo más que pudo -no estas en condiciones de hablar tonterías, se me acabo la paciencia y estoy tan segura de que no sabes nada, como de que el chico de ahí atrás -señalo al pelirrojo que hace unos minutos hablo -¿lo ves? y el viejo de ahí -señalo al otro lado donde estaba el hombre con unos cuantos años encima -te van a sacar los sesos. Pero... -se alejo unos dos pasos atrás -yo no cuento con la habilidosa paciencia de ellos -levanto el bastón y con un rápido movimiento y como si encajaran a perfección le enterró la punta del bastón en el ojo al chico moribundo que estaba atado frente a ella.

Cayó de boca frente a ella.

-Te he dicho que no hagas eso -el hombre hablo más calmado -sabes que después debemos limpiar y si hay mucha sangre cuesta más...
-Rupert, que pasará si tu sobrina esta así... como este chiquillo -la chica miro al hombre con severidad.
-Entonces Audrey, buscaré la forma de regresarla a la normalidad -sus ojos marrones miraron fijos a los de la chica -Pero no debemos preocuparnos por eso ahora, no hasta estar más cerca de encontrarle.
-Los dos son una perdida de tiempo, y por cierto es más fácil prenderle fuego y quemar el cadáver, para que si en caso sea un virus o algo parecido no se esparza. -Esta vez el chico fue el que tomo la palabra.
-Tu eres conocedor de "este tipo de situaciones" Bastian, te dejo a cargo -el hombre se dirigió al chico esta vez.
-tsk, te salvas que no tengo nada mejor que hacer viejo...




Mañana del 5 de Mayo ~ Panamá




-Señor, ¿desea desayunar alguna otra cosa antes de ir a ese lugar? -un mayordomo atendía.
-¿A ese lugar? no le digas así, llamarle "putero" estaría mejor, pero para ser elegantes digamos... Burdel -el chico recogía sus largos cabellos rojos en una cola atrás -y no. No comeré más nada.
-¿Demorará? -volvió a preguntar el mayordomo.
-No creo, suele haber gente bonita ahí que nadie conoce. Sera lo mejor para el cuadro -su tono sonaba molesto, pero él siempre era así con todos.
-¿Irá en el carro? -pareciera que solo hacía preguntas.
-Es lo más seguro -miro al mayordomo -¿qué? es importante, debo ganar ese maldito concurso...
-No le he dicho nada señor, pero tenga cuidado, sabe como son los rumores en la alta sociedad. Pólvora.


Las calles estaban mojadas del día anterior, los árboles parecían cansados tratando de recostarse de los edificios y entre ellos. La noche anterior había hecho un completo vendaval.
La ciudad no es muy grande y en cuestión de minutos se puede llegar de un lado al otro. Entre un enredo de calles al fin llego al destino que se había fijado en llegar aquella mañana. E lugar de día parecía muerto, no había actividad alguna y todo estaba cerrado. Llego hasta el final del callejón y toco lo que al parecer era la puerta trasera de un local. Al cabo de un minuto alguien abrió y le dejo pasar.

-¡oh! Bastian, has llegado muy puntual, entra -Una mujer gorda, casi redonda, luciendo un vestido rojo y una bufanda peluda negra, fue la que lo recibió al abrir -Estoy tan feliz de que hayas querido venir -le soltó una sonrisita descarada.
-Sabes a lo que vengo, deja de hacerme perder el tiempo -escupió en seco.

Una vez adentro, noto que el lugar era precioso. Todo tenía un toque victoriano y a la vez moderno, muchos detalles en dorado. Al fondo lograba ver una especie de escenario y mesas con sillas bastante cómodas. Unas cuatro columnas y una escalera amplía que era adornada con una alfombra roja. "ha de ser de la tela que sobro del traje" pensó burlándose Bastian al mirar. La escalera daba a un segundo piso y desde donde estaba parado lograba ver las puertas de algunas de las habitaciones.

-Qué cosas tan grotescas suceden aquí -susurro para él mismo.
-Ay cariño, no te niegues, aquí podrás encontrar a una... o uno que te haga querer entrar -la señora ahora fumaba algo con una pipa negra que parecía hacer juego con lo que vestía.
-Déjate de asquerosidades, he venido por un modelo no por sexo -miro a la mujer de reojo y enseguida quito la mirada, fijándola hacía una de las puertas que estaba bajo la escalera.
-Bien, dime que es exactamente lo que buscas Bastian, ¿chica o chico?
-Da igual, alguien de facciones suaves y... -se vio interrumpido por su propio asombro, de la puerta donde ahora ponía su mirada salía alguien bastante peculiar.

La piel era tan blanca que parecía nube de verano, las luces opacas del lugar le hacían ver la piel menos blanca de lo que realmente era. ¿Jamás ha visto el sol? luego sus ojos, redondos y celestes, era como si estuvieran perdiendo el color y ese era el último esfuerzo de los pigmentos por dar a conocer que realmente eran celestes esos ojos. Y el cabello rubio ¿sería albino? ese rubio era un debate entre blanco y amarillo tan débil como hielo tratando de sobrevivir al fuego.
Bastian no podía creer lo que veía apenas y señalo  al chico -ese... ¿quién es?
-¿ah? ese chico, es Claude. Que gustos, lo tendré en cuenta cariño -dijo riendo la mujer.
-¿Chico? me recuerda a...
-Un ángel -termino la frase aquella mujer.
Salio del el misno shock en el que se encontraba cuando la mujer dijo "ángel", lejos no estaba, pero ¿qué hacía un chico así en un lugar como ese?
-Será ese -dijo seriamente.
-¿Qué? ¿Pero no verás más nada... digo nadie? -se levanto sorprendida -vamos Bastian, me llamas diciendo que vendrás por alguien y ya te quieres ir con el primero -largo una risa bastante estrepitosa -¡Claude! -llamo al instante -¡Claude!

El chico que se disponía a entrar en otra de las puertas cuando escucho su nombre, tenía una mirada algo despistada. Miro a la que era su jefa y meció los ojos hasta Bastian.
Se acerco hasta ellos -¡Buenos días! -saludo amablemente.
-Mira cariño subiremos a mi oficina y allí te lo explico todo -dijo la mujer que parecía que en cualquier momento los botones del vestido no resistirían y saltarían directo a los ojos de alguien.

"El trato es que iras con el joven Bastian por unos días, lo que necesita es un modelo para un importante cuadro que debe pintar. Te ha escogido a ti para eso y luego regresarás"

El chico miro con ojos serios, pero con una sonrisa disimulada al tal Bastian. Ya había oído hablar de él, renombrado pintor que vino desde Alemania. Algunos decían que por problemas con su familia. La situación ahora estaba en que él estaba ahí pidiéndole que fuera modelo. Corrección, comprando un modelo.

Inclino la cabeza a un lado -no tengo de otra más que aceptar -y sonrió al fin.
-Tsk, esto es una oportunidad chiquillo así que no la dañes -se levanto -apúrate, nos vamos ya.
-¿Qué? ¿Ya?¿Hoy? -eso lo sorprendió, no se esperaba para nada que salieran de inmediato.
-¿Algún problema? -dijo serio Bastian.
-eh yo -dijo nervioso, pero la mujer con el vestido rojo se levanto de inmediato y puso una de sus manos sobre el hombro de Claude y apretó lo suficiente para dejar una señal clara -po..por supuesto que no.

El viaje en el auto fue silencioso, Claude no se atrevía a hablar y Bastian no le interesaba hablar.

Al llegar, Claude noto que era toda una mansión, pero ¿pintar daba para esto?
Se bajaron y enseguida un mayordomo los recibió -¿Desea comer, señor? -el hombre alto, de cabello grisaseo dirigió la mirada a Claude.
-¿eh, yo? -pregunto extrañado.
-Sí inútil -agrego Bastian -Que coma y luego tome una ducha, empezaremos a pintar en la tarde.
-¿No lo hará en la noche? -volvió a preguntar el mayordomo, mientras ya entraban a la mansión.
-No, el viejo Aznar dice que tiene que vernos... -se detuvo y dejo de hablar. Miro a Claude y luego al mayordomo. Era como si de su boca salieron palabras que Claude no estaba invitado a escuchar. -En fin, ahora regreso, espero que todo este listo.

Le sirvieron una cena bastante elegante, jamás en la vida había tenido tanta comida al frente y para escoger. No desde que no viera más a su padre. El simple recuerdo le hizo estremecerse. Miro al mayordomo.
-¿Qué tipo de concurso es? -debía y parecía ser amable.
-Pues, cada año el gobierno de la República de Panamá convoca a varios artistas y escogen una temática distinta, siempre enfocándose en dejar al artista libre de escoger -parecía que lo rodeaba una calma inquebrantable.
-¿Siempre ha sido así... Bastian? -estaba ya bastante curioso.
-No le conozco más de un año que fue cuando llego aquí al país. Pero todo indica que la situación de su familia le ha forjado ese carácter a él -le sonrió.

Luego de que le indicara donde estaba el baño y tomara una ducha, lo guiaron a un salón, amplio y agradable. Ahí había una mesa, llena de toda clase de pinceles, bien ordenados y pinturas, varios colores, había más adelante un lienzo y más al fondo una ventana. El mayordomo le dijo que esperará ahí.
Lo primero que hizo fue llegar hasta le ventana y mirar hacía afuera, un jardín enorme se extendía, aunque los árboles daban un aire tenebroso, pues el clima no ayudaba en nada. Completamente nublado y una que otra vez se escapaban los rayos.

El silencio fue interrumpido por Bastian que entro con paso firme al salón, llevaba el cabello más suelto que hace un rato y sus ojos cafés no brillaban tanto como antes. Las mangas de la camisa blanca estaba remangada hasta los codos y en el cuello le colgaba un dije de una cruz en una cadena delgada.

-¿Qué haces? muévete para acá -la verdad es que era un poco bastante grosero -Tengo una pregunta para ti.
-Dime -mientras se acercaba -¿qué quiere saber el pintor de mi?
-Cuando te dije en la mañana que sería hoy mismo... te pusiste nervioso ¿por? -levanto la miraba y se topo con los ojos de Claude que le esquivaron.
-Pues... hoy va al Burdel un tipo -hizo una pausa escogiendo las palabras a usar -él... siempre pide que yo...
-¡Ya! -dijo con cara de desagrado -¿cuántos años tienes? ¿16? -se acerco muy rápido a Claude -me desagradas tanto chiquillo. Búscate otra forma de vivir menos asquerosa, de seguro eres de esos que escapa de casa porque no le gustan las reglas de sus papis...
-¡Cállate! Ni si quiera intentes terminar eso.... Tengo 17 y si sigo ahí es por mis propias razones. El enfermo ese se crispa cuando no estoy, dice que le recuerdo a su hijo y...
-Que asco, no sigas -dijo en tono autoritario.
-Quieres venir a darme lecciones de vida el pintorsillo ¿eh?. Pues para mi que andas en cosas sucias -sonrió malicioso. Y los ojos de Bastian se abrieron mucho -Nadie tiene una mansión pintando cuadros, por más bueno que seas. Solo tienes un año de vivir en este país que es como un infierno. Deja que cada quien lidie con sus demonios Bastian.

En ese mismo instante Bastian perdió a poca paciencia que le quedaba y se abalanzo contra Claude, que hizo el intento de esquivar el golpe, pero logro dar en la barbilla del chico. Lo agarro por el cuello tratando de lograr que el aire le faltara y así lo soltase. Resulto bastante efectivo, pues Bastian se separo.
En ese instante tocaron la puerta, era el mayordomo.

-Señor siento interrumpir, pero el Señor Aznar ha llamado y dice que se dirige junto a la señorita Giacometti a la Plaza Francia -hizo una reverencia.
-¿Qué hora es? -pregunto levantándose y arreglándose la camisa.
-Las tres y media señor.
-¿Las tres? es temprano ¿qué pasará? -lo último lo dijo tan bajo, solo para si mismo -Regresa a ese mocoso a la porquería de lugar de donde vino -señalo a Claude que aún estaba en el suelo.
Y se retiro de la habitación, casi parecía que echaba humo, de lo enojado que iba.

-Discúlpelo, siempre es así -el mayordomo le tendió la mano a Claude para que se levantara.
-Ha de ser muy estresante estar cumpliendo capricho de ese tipo -dijo levantándose y tocando la barbilla para sentir que tanto daño había sufrido.
-Es un buen chico, después de todo, no se moleste. Es una lastima que no sea pintado, habría sido lindo cuadro.

Fue llevado de regreso a aquel burdel, entre calles. Ya eran las seis de la tarde y todo comenzaba a tomar vida, las luces de los letreros, las puertas abiertas y personas iban y venían.

Claude bajo del auto y entro por la pequeña puerta trasera, no miro atrás. Una vez adentro el primero en recibirle fue un chico que también trabajaba ahí.

-¡Claude! Has llegado -dijo alegremente -pero... ¿qué haces aquí? no deberías de estar posando desnudo para Bastian Luttenberger -dijo riendo aún más fuerte.
-El señor mal humor tenía otras cosas que hacer y decidió que él y su ego me enviarían de vuelta a... aquí.
-Vaya, pues te digo que tengo una mala noticia -su sonrisa desapareció completamente del rostro y sus ojos oscuros parecían negros -El cerdo de Arias vino temprano apenas abrió el burdel.
-¿Qué? no, no... eso esta mal, muy mal -los ojos de Claude se llenaron de Pánico.
-Querido, Claude. Es una lástima que el negocio con el pintor fallara. Pero debes regresar -la voz de la mujer parecía un canto poco agradable -vamos, vamos -empujo a ambos chicos -háganme ganar dinero.



~Algún Sitio de la Ciudad de Panamá~
Alrededor de las 8Pm



La noche era fría, pero no había brisa alguna. Todo estaba quieto, molestamente quieto.

-No sé, pero pienso que quizás la sobrina ya no sea humana -susurro Bastian muy cerca de la oreja de la chica.
La rubia levanto la mirada hasta encontrar los ojos del pelirrojo -Eso no importa Bastian, eso no importa para nada. Nos están pagado para encontrarla, no importa como este.
-Tsk -sonó molesto -igual, todo esto me tiene con un mal presentimiento, no es algo con lo que antes hubiese tratado o así me parece.
La rubia miro ida al fondo del pasillo por donde iban caminando, puso el bastón por delante haciendo este un ruido bastante sonoro al chocar la punta plateada con el suelo de cemento -¡Padre! Tu que nos cuidas, no nos desampares esta noche, ni ninguna otra... -miro a Bastian nuevamente -Prepárate, que algo peor se esta acercando, eso si que te lo aseguro.



~Avenida Balboa - Ciudad de Panamá~
11Am



El día era muy caliente y como la noche anterior, el viento parecía haberse tomado vacaciones.

-¡ah! -musito la chica -horroroso clima -se dijo así misma en voz baja -¿cómo puede hacer tanta calor? ¿y el frío de anoche?
-Señorita, ¿seguirá ahí perdiendo el tiempo? -un señor de unos aproximados setenta años, pero luciendo bastante energía fue el que pregunto.
-¿Perder el tiempo? debería despedirte -dijo apenas abriendo un ojo para mirarle, pero seguía sin moverse de la silla de escritorio donde estaba recostada.
-Ha aceptado competir en el concurso, pero sin embargo ni siquiera a tocado los pinceles ¿pretende que se pinte solo el lienzo? -nuevamente el hombre hablo.
-Mi musa me abandono, la desgraciada.... bah. Mejor hablemos de otra cosa, tengo hambre -la chica seguía bastante despreocupada. Tenía el cabello recogido con una coleta muy alto. Vestía una falda de cuadros y una blusa de tiras, tratando de evitar el calor.
-Sabía que el joven Bastian ya empezó -fue lo único que dijo el hombre. La chica enseguida se levanto de la silla y miro al hombre.
-¿QUÉ? no, no, no, no. -rendida se sentó nuevamente -¿qué sabes?
-Fue a buscar un poco de inspiración en un burdel, dicen que saco a un chico de ahí, pero lo devolvió el mismo día...
-¿Sabes que eso sonó espantoso? jajajaja, Bastian buscando putas y putos ¿por qué no? -rió alegremente -Bueno y... ¿dónde dijiste que fue el lugar? deberíamos ir a ver al chico que devolvió -esta vez sonrió picaramente.

Eran apenas las dos de la tarde cuando ya ella estaba bajando del auto y tocando la común puerta trasera del local.
Abrió una chica que fácilmente podría irse de boca por tanto pecho por delante, rubia claramente teñida y los labios rojos, muy rojos. -¿Vienes a unirte? -pregunto mirando de arriba a abajo a la rubia castaña que hace un minuto había tocado la puerta.
Sonrió inclinado un poco la cabeza a la derecha -¿Crees que tengo cualidades para ser aceptada?
-¡Señorita! ni lo piense -aterrorizado respondió el señor detrás de ella.
-Vaya, pues... ¿quién eres? -la mujer observo a los dos personajes.
-Vengo a ver a Madame Cil. Dígale que ha llegado Audrey Giacometti -enseguida de decir eso paso por la puerta, imponente y con el bastón en mano aunque caminara perfectamente.


El lugar estaba vació, era todavía temprano, pero había en el centro del lugar un grupo de personas. Todos de sacos y algunas chicas en la tarima bailando con poca o nada de ropa.
Madame Cil la vio entrar y enseguida la recibió, llevaba puesto un raje negro igual de apretado que todo lo que usa.

-¿Fiesta? -dijo Audrey arqueando una ceja y tratando de no reírse.
-Son políticos, empresarios. Te sorprendería los gustos que tienen querida  -Le hizo una mueca señalando para que mirara bien a los hombres.
-Ese no es el dueño de... -dijo sorprendida.
-Si cariño lo es -respondió Cil.
-Vaya, la verdad es que no esperaba verle aquí y mucho menos abrazado de otro hombre... que gay... -se murmuro.
-Mejor vayamos a mi oficina, que ya es bastante bueno que en una semana ya hayan venido dos tan famosos pintores a mi humilde establecimiento -hacía gestos y ademanes con los brazos mientras hablaba.

La "oficina" quedaba a un costado de la tarima, lo que parecía una espejo y a su lado una puerta, no era otra cosa por dentro más que el vidrio de la pequeña habitación llena de lujos. La pintora pudo notar que en una de las paredes había uno de sus cuadros colgado junto a uno de Bastian.
"Que catastrófico" pensó.
Desde el vidrio podía ver el segundo piso, y las puertas de algunas de las habitaciones, también podía ver la tarima y los desenfrenos.

-y dime cariño... sé que no vienes por información como otras veces, pues ni siquiera pisas este lugar -miro al hombre que la acompañaba -además has traído a tu mayordomo con complejo de guardaespaldas.
-Deja a Gab, es un buen tipo -dijo alegremente.
-Señorita, preferiría que me llamara Gabriel y no por apodos como "Gab" -añadió el hombre.
-Como ya sabrás, Bastian y yo estamos en la disputa de llevarnos el premio de la competencia... ¿cómo era qué se llamaba Gab? -miro confusa al mayordomo.
-"Contando Sentimientos en Tinta" señorita y es Gabriel....
-Eso mismo, y pues supe que el tarado de Bastian vino por un modelo, pero lo devolvió. Tengo que aceptar que el señor pintor tiene muy buen ojo, así que quiero a la chica que utilizo...
-Bueno querida, te cuento. Fue un chico y tendrás que esperar un poco, y te lo mando a llamar ¿sí? -Madame Cil encendía la pipa y comenzaba a fumar.

-Bien, me parece bien -se acerco a mirar más de cerca por el vidrio y memorizar todas las caras importantes que veía en la sala, pero su mirada se desvió hasta arriba, en una de las puertas cerradas que ahora estaba abierta.
De a habitación salía ni más ni menos uno de los patrocinadores del concurso, Vincent Arias. D estatura media, de unos cincuenta y tantos años y con una barriga que no exactamente conoce el ejercicio, puede que jamás lo allá percibido tan si quiera. Cabello abundante, oscuro ya con algunas canas. Se acomodaba el saco mientras bajaba por las escaleras. Cil seguía hablando sobre algo, pero Audrey observaba muy atenta lo que pasaba afuera del vidrio.

Por la puerta esta vez salía una figura, delgada y despeinada, el cabello casi blanco y con los ojos entrecerrados. Sus manos se restregaban en su cuello suavizando lo que parecía el dolor. Claude.

El bastón de Audrey cayo al suelo y sus ojos se abrieron mucho. La oficina quedo en completo silencio.

-Cil... -pasaron unos segundo antes de que dijera algo más -¿Cómo es que tienes a ese niño aquí adentro metido? -se giro de inmediato para encontrar la mirada de Cil.
-¿Niño? oh, te refieres a... -rió nerviosamente -es que él vino y pidió...
-¡Maldición! Cil, no aprendes nada. -El rostro sonriente ya había desaparecido.
-Por cierto cariño... ese fue el chico que se llevo Bastian...
-¿QUÉ?


A Claude le parecía grotesco tener que lidiar con ese viejo cada semana, y ya había agarrado la manía de venir hasta dos veces por semana. El día que Bastian había ido por él, Vincent iba y como lo encontró ha venido una tercera vez por él.
Le parecía tenebrosa la idea de tenerlo tres veces por semana. Esta vez le había atado una soga al cuello ¿Qué pensaba? ¿Ahorcarlo?
Pero esa noche... donde le dijo que todo lo hacía porque le recordaba a su hijo... Pensaba que mejor con él a que una inocente alma saliera lastimada.
Camino hasta los vestidores y de inmediato se fue a dar una ducha, en lo que estaba tratando de lavar de si los últimos veinte minutos de su vida, toco a la puerta alguien.
-Querido, Claude -era la voz de Madame Cil, sonaba diferente.
-¿Sí? -pensó por un momento que el viejo de Vincent quería algo más.
-Necesito que vayas a la oficina, parece que te has vuelto popular con los pintores.

"¿Pintores?"
-No puede ser... ¿qué clase de loco será esta vez? -pensaba mientras se arreglaba para ir.
Camino despacio hasta la oficina, miro hacía atrás y logro ver a Vincent que desde una de las sillas entre todo el revuelo le coqueteaba a una chica -Que miserable vida.
Entro a la oficina y lo primero que vio fue a un hombre de saco sentado en la silla de espera, tomaba lo más posible té. Cerro la puerta y desde el vidrio veía a Madame Cil del otro lado animando a las chicas, lo más seguro para que sacaran más dinero, volvió la vista hasta al hombre -Mire... señor -uso un tono bastante amable -Yo sé que sus concursos son importantes y todo eso, pero la verdad no deseo más propuestas de pintores... -pero se vio interrumpido.
-Eso es injusto Gab, ni siquiera sabía que tu pintaras... ahora si que te despediré -la voz dulce y burlona lleno la habitación.
La silla del escritorio se giro, en ella una chica de cabellos rubios oscuros, ojos verdes oscuros y piel blanca. No tan blanca como Claude, vestía una camisa blanca de mangas largas, pero las llevaba dobladas hasta los codos, una especie de lazo azul en el cuello, pero ya estaba bastante desarreglado para saber que realmente era. Se levanto y así pudo notar que llevaba una falda no muy larga negra de tabletas y con todo ese "look" unas zapatillas que desconvinaban totalmente. En la mano sujetando un bastón bastante elegante, se le acerco y le extendió la mano.

-Mucho gusto Claude, mi nombre es Audrey Giacometti y me gustaría que me escucharás antes de rechazar a todos los pintores del mundo -le guiño el ojo acompañado de esa singular sonrisa. Miro a Gabriel -fuera de aquí Gab.
El hombre se levanto y salió de la habitación.
-¡Vaya! esto si que es una sorpresa -dijo al fin Claude, inspeccionando a la chica, ya había oído ese apellido antes, y no recordaba de donde.
-La verdad que sí Claude, toda una sorpresa. Parece que te has llevado una mala impresión de los pintores, pero yo vengo a ofrecerte cosas... mejores -su voz sonaba agradable.
Se le quedo mirando un momento antes de responder -¿cómo qué?
-Pues un cuadro toma desde una noche hasta meses en realizarse, todo depende la inspiración -lo volteo a ver y le hizo un ademan para que se sentará -verás debo aceptar que soy de las que se toma bastante tiempo pintando -dirigió su mirada a su propio cuadro colgado en la pared -y de las que no soporta saber que tu estas aquí -hizo una pausa.
-¿Yo? -dijo extrañado.
-Tu no perteneces a este agujero y sé que no quieres pertenecer... la pregunta es ¿por qué aún sigues aquí?
-Creo que eso es algo que solo me incumbe a mi -dijo receloso de su secreto.
-¡Bien! ¡te adopto! -soltó de repente.
-¿Qu.. qué? -vaya que si era curiosa esta chica.
-Como oyes muchacho, te acojo como aprendiz, te llevo como acompañante... ¿dama de compañía es para las chicas que llevan a todas partes las viejas ricachonas? ¿Caballero de compañía? -dijo soltando una pequeña risa.
-Espera... espera... ¿estas dispuesta a sacarme de aquí? ¿qué vas a pedir sexo todas las noches?
-¿Qué? -hizo una mueca con la cara -la verdad este lugar te tiene la mente bastante enferma querido -se le acerco -solo es que me recuerdas a alguien.... alguien que hace un tiempo atrás no pude proteger -su miraba bajo -quizá esta es una señal de Dios. Vine aquí para robar el modelo que Bastian había desechado y crear una pintura ganadora y luego burlarme de él, pero me encontré contigo... -perecía que escogía las palabras.
Claude se le acerco y sin palabra alguna de por medio la abrazo.
-Parece que quieres llorar... no lo hagas, no llegues a eso... te acompaño -le dijo entre un susurro.
-Me parece bien, me parece perfecto...
-Pero dime Audrey Giacometti ¿cómo convencerás a Madame que me deje ir?
-Verás Claude sin apellido aparente... ya le convencí... -la sonrisa era completamente descarada, se soltó del chico y rápido se acerco al vidrio y miro a los de afuera -Yo tengo poder absoluto sobre Madame -se volteo enseguida y le extendió la mano -Claude ¿vendrás conmigo?


La mano estaba extendida, él quería, deseaba aceptar. Pero si algo había aprendido todos estos años era desconfiar de todos, la idea era tan tentadora que casi acepta de inmediato.

-¿Me dejarás con la mano en el aire? -la mirada era tierna, casi daba ganas de abrazarla nuevamente.
-No... -se incorporo, estaba pensándose bien las cosas -¿poder sobre Madame? eso haz dicho.
-Madame andan en algunos truculentos negocios, y no creo que le guste perder -se volteo y poso nuevamente su mirada en el vidrio, parecía que miraba algo atenta afuera -su... ¿negocio?
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti? -quería aceptar, pero quería hacer verse más desconfiado de lo que realmente era.
-umm -murmuro algo que Claude no pudo distinguir -¿Qué quieres que te diga para que confíes en una extraña? -se le acerco mucho y paso sus brazos por los hombros del rubio -¿Puedes confiar en mi?


-Para nada que tienes sentido común... pero si pones esa cara, ten por seguro que te diré que sí Audrey -fue lo único que pudo decirle.

Enseguida, la cara triste que la chica había puesto en su expresión desapareció. Una sonrisa ilumino el rostro y le tomo enseguida por las manos.
-Claude, la pasaremos de maravilla.
-"Da miedo" -pensó para si Claude.
Salieron de la oficina y con disimulo llegaron hasta la salida trasera. En la puerta estaba Madame Cil, fingiendo un llanto, con pañuelo en mano y todo.
-Mi pequeñito Claude me abandonas. ¿Quieres que te pague mejor? o... -fue interrumpida.
-Nada -puso la punta del bastón cerca del cuello de Madame, pero las sonrisa desenfocaba con la acción. -Sabes lo que hablamos, déjalo irse tranquilo.
-Sí, si... tranquila Audrey que no se te vaya a ir la cordura querida -la risa era nerviosa.

Claude observo atento, si era cierto que ellas dos se conocían de antes, y que Madame sabía como acostumbra Audrey a reaccionar. -No sé preocupe Madame, y trate no revelar donde estoy ahora, sería todo un problema llevar personas indeseadas hasta donde mi nueva tutora -la verdad es que demostraba excelentes modales.

El anciano de antes estaba al comienzo del callejón, esperando a un lado de un auto, bastante sencillo de color negro. Subieron y esperaron a llegar.

El lugar era un edificio bastante alto.

-¡Un momento! ¿Todo el edificio es tuyo? -se le escapo.
-¿Estas loco? ¿Quién se podría pagar todo un edificio con tan solo pintar cuadros?

La mirada de ambos se cruzaron.

-El joven Bastian lo hace -hablo Gabriel en el asiento del conducto.

Ambos lo miraron, en ese mismo momento se comenzaron a bajar del auto.

Un paso a una nueva vida. Suponiendo que más tranquila.

2 comentarios:

  1. Hola!!!

    Por un momento pensé aue habría una escena hard medio yaoi.

    Esto va un poco más tenebroso de lo que generalmente subes pero me esta llamando la atencion asi q leere los siguientes caps

    Saludos

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    1. ¡Hola!
      Gracias por leer.

      Pues sí, todo el mundo se me asusta con eso. Pero tranquilidad.
      Por como lo dices, has leído más de mis escritos. Gracias corazón <3

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