¿Alguna vez te has preguntado
qué pasaría si abandonaras algo especial?
Ese día el sol brillaba bastante a pesar de ya casi
marcharse. Las aves volaban de regreso a sus nidos. Los insectos nocturnos ya
cantaban, y el frío llegaba. Esa tranquilidad despedida por el ambiente fue
destrozada por los lamentos y suplicas.
-¡Basta! El no es el responsable de lo que está
sucediendo.
-Quita de ahí
o serás su cómplice, apártate ya mismo. –El joven la miraba confuso, pero con
palabras bastante firmes.
-Te he dicho
que no. No me apártate, puede que él no sea alguien admirable, pero esos
crimines no son su responsabilidad.
-¿El? Te
atreves a llamarlo como si fuese una persona. –un hombre ya mayor atrás
agregaba.
En los
jardines del hermoso y pequeño castillo, ya al final de estos, se daba una
discusión, de un lado, estaba Amsel, joven noble, próximo señor de esas
tierras. Junto a Amsel estaba Kirch, hombre mucho mayor que el anterior, su
larga barba lo hacía ver como alguien
sabio.
Al otro
extremo del jardín se encontraba una chica de cabellos rubios, no tan largos ni
tan cortos, ojos verdes. Escudaba a alguien más. Un lusht para ser exactos, y
para acertar más esa chica no era más que Estefanía. ¿Más exactitud? El lusht
era Kuroi.
Entre las
quejas y las palabras, la burla y la desesperación una flecha se desprendió del
arquero y dio directo en el pecho de la chica. Para sus desgracia el jardín del
pequeño castillo daba hacia atrás, justo detrás de ella hacia un acantilado. Se
balanceó un poco al sentir el metal en su pecho, miro a los ojos a quien le
había disparado y se dejo caer, como una hoja que cae del árbol.
Este era el
sueño que tenia día tras día desde el momento en el que llegaron a aquel lugar.
“Buscaba el
remedio especial para ese alma, pero entre tantos frascos, entre tantas páginas
y entre tantos pensamientos nunca lo encontré.”
Mientras, en
el centro del oscuro bosque, un par de lamentos se encontraban. Discutían como
salir de ahí, cosa que era “casi imposible”.
-Ya veras, te
sacare de aquí. –Erzebeth acariciaba el rostro de un fogus.
-¿Cómo
hiciste tu para salir? –esa silueta solo se preocupaba mas.
-Yo jamás fui
sellada aquí, pude salir fácilmente. –respondió la mujer.
-¿y entonces
como nos sacaras a nosotros? –volvió a cuestionar el fogus.
-¿Conoces a
Kuroi? –la pregunta fue simple.
-Ese bastardo
salió de aquí no sé cómo.
-Dicen que
sabe cómo romper los sellos que impiden la salida de este lugar.
-Eso dicen…
-Además… -la
sonrisa de Erzebeth se volvió tan amplia como pudo. –el hizo un contrato.
-¿El… hizo un
contrato? Mientes.
-Para nada… y
con una shinigami. –con esto último dejo al fogus sin palabras.
“Tengo un
sentimiento de culpa, pero realmente no sé si sea culpa, tal vez solo es
presión. Quiero abrazarte y olvidar eso que dices, eso tan cruel, que hace que
mis sentimientos se marchiten. Quiero volar, pero me da miedo saber que no
habrá nadie para apañarme si caigo. Pensé que serias tu, pero la realidad es
dura, y me ha dejado moretones para recordar que no es como pensaba.”
Faltaba algo
de alegría en sus palabras, quizá ya solo perdía las ganas de seguir adelante
con lo que había empezado. Pensó varias veces en terminar con eso, decir que
abandonaba, pero en su interior estaba la chispa de curiosidad, para saber que
pasaba si seguía hacia adelante.
“La muñeca con su fino rostro de
marfil,
Mira en el cristal su blanco perfil.
No son lágrimas lo que ves,
Cuenta uno, dos y tres.
Es la niña con su sombrilla en la
mitad de un mar carmesí.”
Su voz
resonaba en la oscuridad del pueblo, daba la sensación de miedo, pero
curiosidad para aquellos más valientes.
-¿Dónde
aprendiste esa canción? –pregunto Kuroi que estaba recostado en su forma humana
bajo un árbol.
-Lo leí en un
libro que me regalo una vieja amiga. –respondió la rubia y continuo tarareando.
-¿Cómo sabes
que ese es el ritmo? –cuestiono el lusht.
-¿Cómo voy a
saberlo? Es un libro. Yo solo imagine que así debía ser.
-¿De qué
trata la historia? –Kuroi se sentó y la miro fijamente.
-“Había una
vez una muñeca de marfil, que en su curioso mundo encontró un gato de trapo.
Corrió tras él pues parecía tener el rabo al revés. Lo siguió hasta un rio de
lagrimas, cruzo por el sobre hojas de escritos antiguos, que nacían a las
orillas de aquel lagrimal. Entre las profundidades de un bosque logro ver a un búho
parlanchín, este le dijo que contara un millón de gomitas moradas para poder
llegar al gato de trapo. Aquella muñeca de marfil ya se sentía atemorizada por
ambiente hostil. Prefirió seguir adelante y contar gomitas moradas, y en eso
llego a una fuente de hadas. Estaba cubierta por sombrillas de regaliz. Tomo
una porque al mirar al cielo noto que se acercaba una tormenta de malteada.
Conto nueve
mil novecientas noventa y nueve gomitas moradas y llego al mar carmesí. En la
mitad una isla, y en esa misma isla el gato de trapo. Grito: “hey gato, el del
rabo al revés”, “mírame, ¿me escuchas?”, pero la atención del gato no pudo
atrapar.
Abrió su
sombrilla y subió a ella no sin antes tomar una vara para poder remar. Cuando
llego a la isla, el gato ya no estaba, y la lluvia de malteada empezaba a azotar. Se sentó y sus lágrimas empezaron a
brotar, frustración era lo que sentía, algo que quería se volvía a
escapar. Entonces como sinfonía, triste
y desolada e el fondo y acompañada una canción se escuchaba.
“La muñeca con su fino rostro de
marfil,
Mira en el cristal su blanco perfil.
No son lágrimas lo que ves,
Cuenta uno, dos y tres.
Es la niña con su sombrilla en la
mitad de un mar carmesí.
Perdida y angustiada piensa en que
pensar,
Pero por más que lo haga no para de
llorar
Acompáñala, síguela, hasta el final
de este loco frenesí.”
Miro a su
alrededor y todo había acabado, frente a ella el gato de trapo, y si… su cola
estaba al revés. El gato de trapo acaricio el rostro de la muñeca y noto algo
inesperado, el blanco perfil estaba astillado. Este le sonrió y le dijo: “para
tu fortuna soy doctor, te recetare una par de cosas, y las astillas sanaran.
Primero, controla tu curiosidad, limítala, pero no la desaparezcas jamás.
Segundo, ten en cuenta que por más fuerte que sea tu corazón, llegara el
momento que estarás en el límite de explotar, estarás atrapada en la isla en
mitad del mar carmesí. Tercero, mantén la frente en alto, te astillaras sí.
Pero las heridas sanan y aunque dejen marcas, es solo fortaleza de la pura. Y
cuarto, Todos los obstáculos te enseñan algo. Y para terminar como muchas
alegrías, para fortalecer tus sentimientos.”
Este era un
gato que tenia la piel de trapo y la cola al revés, ¿Quieres que te lo cuente
otra ves?”
Kuroi solo
pudo sonreír al escuchar la historia. -¿Cómo algo que empezó siendo tan tétrico
quedo siendo tan educativo?
-Quizá eso
era lo que quería el escritor.
-Entonces…
aplicaras los remedios del doctor gato de trapo.
-Parece
fácil, pero todo tratamiento requiere esfuerzo.
“Parece fácil
llegar a nuestras metas y sueños cuando los pensamos la primera vez, pero luego
se vuelven problemas como el vaso de agua. Puede que la primera vez que lo
levantes no pese nada, pero si lo sigues sosteniendo por una hora tu brazo ya
se cansara, si lo sostienes por dos horas la mano se te dormirá y llegara el
punto donde no podrás con el mismo vaso de hace veinticuatro horas atrás. Así
son los problemas, entre más nos quedemos en ellos peor se harán.”
Hola nuevamente, después de tanto tiempo sin vernos. Espero que les guste. (A mi me gusto xD)
Recuerden un comentario hace que esta niña sonría!!
Gracias!