jueves, 25 de septiembre de 2014

Enamorando a mis Propios Demonios ~ Noche 4

~Josephine



La brisa dejo de soplar solo para escuchar una vez más de los labios de ella esa pequeña historia. El don, el talento tan especial que la perseguía desde el momento en que lo mostró hasta lo más seguro su muerte.


-¿Por qué huiste? -dijo lo que parecía más calmado.
-Yo al igual que tu tengo un talento... si se puede llamar así que no todos deben conocer, para mi desgracia la Iglesia se entero de ese talento.
-¿Qué clase de talento es ese?
-Yo... -puso ella igual sus manos en los hombros de él y bajo la mirada -esto puede sonar raro...
-¡Dilo! -se le comenzaba a ir la calma momentánea que había logrado obtener.
-Cálmate Claude -Bastian parecía regañar -no eres el único que ha pasado por cosas desagradables.
El rubio lanzo una mirada furtiva para Bastian, pero se encontró con ojos preocupados puestos sobre Audrey -lo... siento. Es que, es que todo esto es...
-Difícil -la chica levanto la mirada -Claude quizá yo deba contarte mejor que clase de pasado tengo, para que puedas comprender como es que hemos llegado hasta aquí. Te sonará repetitivo, pero para que comprendas mejor.

La chica camino hasta la ventana donde hace unos minutos miraba Bastian, Claude no podía dejar la mirada de confusión.

-Luego de que mi familia fuera asesinada, mi tío se ocupo de mi por aproximadamente dos semanas -sonrió ligeramente -luego se deshizo de mi enviándome a Europa, exactamente... Francia -dirigió la mirada a Claude.
Él la miraba asombrado, ya estaba viendo por donde iba la historia.
-Fue poco lo que permanecí como una estudiante en ese lugar, del cual casi ni hablaba el idioma. No sé como la Iglesia supo que tenía habilidades especiales.... Me entrenaron para dar caza a demonios, brujas y quien sabe que otras cosas más. La regla Primordial...

"Nunca Exorcizar Sin Permiso Del Guardián" -dijeron Ariza, Audrey y Bastian en coro.
-Cómo ves, Ariza era monja, en España. Bajo las mismas reglas de la Sociedad Secreta de la Iglesia Católica. Bastian le persigue el apellido Luttenberg. Familia alemana de cazadores, trabajan totalmente desligados de la Iglesia. Pero tienen la misma regla.
-¿Quién es el Guardián? -pregunto Claude.
-Cada grupo de Exorcistas si les quieres llamar así, tiene un líder, el cual no mueve su trasero de una cómoda oficina, pero da las ordenes. Ese es el que autoriza si se debe realizar. Pero como verás no siempre se le puede consultar...
-¿entonces qué hacen?
-La regla dice matar... Para realizar un exorcismo necesitas estar aprobado por la Iglesia, tener a mano una Biblia, Agua Bendita y mucha fuerza mental.
-Pero tu...
-Exacto... solo me necesito a mi concentrada y algunas oraciones.
-¿Es tu habilidad?
-Para nada... existen otras personas que pueden hacerlo, por ejemplo Gustav. El fue mi... ¿maestro?
-¿y entonces? ¿qué te hace especial? ¿qué hace que la Iglesia te busque? ¿qué hace qué tu huyeras de ahí?
-El mismo día que Josephine fue secuestrada yo estaba en Hesse. Un Ángel había bajado a la tierra. Los ángeles creen en la pureza, la belleza. Este mundo esta impuro, sucio y contaminado. Los ángeles no lo resisten y muchos pierden el control. Ella quería limpiar este mundo, dejarlo puro como cuando Dios lo entrego.
-El incidente del ángel -comento Ariza en voz baja, muy para ella. Pero todos escucharon.
-Mi padre se revolcaba en la rabia por no ser el que la encontró... y por no ser él que hizo lo siguiente que paso... -Bastian comento.
-¿Incidente? ¿Acaso al ángel le paso algo? -buscaba respuestas en los rostros de los tres. Rupert se veía tan perdido como se sentía Claude.
-Un ángel que se sale de control y asesina de la manera en que lo hizo ella ya no es útil para la Iglesia ¿un ángel que asesina a los fieles? para nada les sirve. Ese día descubrí que yo podía... Asesinar Ángeles.

El silencio volvió a reinar en aquella habitación.

-¿Ma...taste a un... ángel? -¿qué cosa acababa de decir ella? -¿eso eso posible?
-Por eso el demonio en la casa de los Córdoba me gritaba asesina. Por eso te dijo que yo te podría matar -miro hacía el techo con los ojos llorosos -sabes... lo último que me dijo ella cuando la atravesé con la hoja del sable fue "¿acaso el mundo seria mejor sin mi?" me estaba sonriendo aún con ternura
-¡Un momento! matas a un ángel y me explicas ¿por qué estabas sucumbiendo ante la niña endemoniada? -los cambios de emociones en la conversación ya eran totalmente normales.
Audrey dejo el rostro melancólico a un lado y comenzó a reír ligeramente hasta que ya eran carcajadas -jajajaja, lo sien..to -le salían lagrimas de tanto reír.
-No entiendo el chiste -hablo Ariza.
-Ni yo -dijo Claude.
-Me estaba haciendo la tonta frente al demonio, él menciono el incidente sobre el ángel. Sabía lo que había hecho ¿cómo? -dijo tratando de tranquilizarse -¿Cómo un demonio cualquiera sabia eso?
-Entonces estabas... ¿fingiendo?
-Sí. Pero jamás pensé que fueras a venir. Cuando interrumpiste, él se distrajo y aproveche el segundo para terminar las cosas, no le exorcice más rápido porque esperaba que hablara más sobre Josephine.

Las cosas estaban dando un pequeño giro.

-Aún estoy un poco en shock por lo de mi padre. Pensé que habían sido las bestias que siempre me han seguido los causantes de su muerte. Pero lo de matar ángeles esta fuera de todas mis expectativas. ¿No me digas que Gustav hace alguna cosa así? -ya no sabía realmente como reaccionar.
-Ni idea, a pesar de que pase mucho tiempo con él, sigue siendo un misterio lo que pasa por su cabeza. Tengo entendido que cuando le capturaron volvió a escapar... -se quedo en silencio como si a su cabeza hubiese llegado una idea repentina.

-Bueno... ha sido una charla muy interesante, pero ahora todos deberían volver a sus casas y descansar -Rupert se veía cansado -esto ha sido un camino sin salida, debemos esperar alguna otra pista que nos lleve más lejos.
Bastian saco de su bolsillo unas llaves, también se notaba cansado -¿Te llevo Ariza?
-Claro cariño -le guiño el ojo -siempre es un placer ir contigo y tus amenas conversaciones -era a leguas un sarcasmo.
-Cualquier cosa nos avisas viejo -Bastian ya daba la espalda mientras salía por la puerta hacía el vestíbulo.

-Bueno -dijo caminando a la puerta -creo que también me retiro -miró a Claude -¿te quedas?
-No, no. Claro que voy contigo, tengo un mundo de preguntas -decía seguido de caminar hasta donde ella estaba.
-Nos vemos pronto Aznar. Por cierto... Josephine no tardará en mostrarse o eso pienso -la expresión era seria.
-Acaban de revelar tantas cosas ¿y todos se van tan tranquilo? -decía Claude pasando por el umbral de la puerta.




5:00 AM Casco Antiguo.

Hace unos minutos llovía, pero la lluvia había escapado junto a las nubes a otro sitio, el sol aún lejos de aparecer tenía todo a oscuras. Dentro de una de las tantas iglesias que se encuentran en el Casco Antiguo se daba una curiosa reunión.

-¿Y bien? -Pregunto el hombre más robusto.
-Ella esta siendo un poco descuidada, y eso nos servirá a nosotros -un hombre vestido de Blanco de pies a cabeza, llevando puesta una especie de uniforme parecido al de los presbíteros, una cruz patriarcal* al lado izquierdo muy cerca del corazón -Sobre Gustav, aún estoy averiguando.

-¿Puedo preguntar por qué la buscamos? -el más joven de todos interrogaba.
-Esa chica los ha echo recorrer desde Roma, hasta Lisboa. Huye justo después del incidente del ángel y la muerte del presbítero Evan ¿no les parece que hay suficiente razón?
-Mi señor Lucas, lo hacemos por orden de un Cardenal. Pero a fin de cuentas conocemos a esa chica ¿no cree qué podemos tomar partido?
-¿Ryan, no? sé que ustedes mismos desean con ansias saber la verdad... aunque no creo que les de tiempo  -murmuro por lo bajo lo último.



El pequeño viaje de regreso a por todo lo contrario, fue totalmente silencioso. Ninguno de los dijo nada. Bajaron del auto y subieron al elevador. Cuando ya casi llegaba al piso correspondiente al fin hablo el chico -yo no me voy a separar de ti ¿sabes no?
-Lo sé -el rostro inexpresivo no dejaba leer nada en el.
-Yo...
-Mucha información por un día -lo miro -Evan era bastante curioso, uno pensaba que no decía mucho, pero sus palabras era acertijos donde te decía mucho más de lo que pensabas. Quizá si te haya explicado todo lo que paso y pasaría, solo que no podías comprender.

El elevador se abrió. Y salieron.

-Es mejor que descanses Claude, si realmente aceptas ayudar a el viejo Aznar en esta búsqueda.
-No tienes muchas esperanzas de encontrarla en condiciones de exorcizar ¿cierto?
-Esa chica lleva dos años con un demonio en su cuerpo, jamás le he visto en persona. Sobrevivió de manera sospechosa a un accidente... Hay cosas que yo no puedo hacer y una de esas son milagros.

Entraron al apartamento. Todo estaba muy callado. Ella cerro la puerta y sin decir alguna palabra se marcho a su habitación. Claude hizo lo mismo seguido de ella. Tomo un baño y se dispuso a dormir, pero habían demasiadas cosas pasando por su cabeza.

"Ese día descubrí que yo podía... Asesinar Ángeles."

Esa frase se repetía en su cabeza una y otra vez -¡JODER! -se levanto de la cama de inmediato -no puedo quedarme tranquilo... estoy tan seguro que ella sabe más y no me lo ha dicho ¿pero por qué? -caminaba de un lado a otro -estoy seguro que ella debe estar igual de inquieta -se quedo un momento quieto -¿por qué mi padre me deja con la única persona que puede matar ángeles?

Salió de su habitación y de inmediato sus pasos se dirigieron hasta en frente a la puerta de Audrey, toco dos veces, pero nadie respondió. Espero unos segundos y la abrió.

Para su sorpresa ella dormía de lo más tranquila. Se acerco hasta el borde de la cama, su rostro estaba totalmente tranquilo. Se preguntaba cómo podía ser tan expresivo ese rostro. Sin darse cuenta su mano sola trataba de tocarle la mejilla, cuando estaba a punto, sintió como le tomarán fuerte de la muñeca y lo halaron al frente.

-¡eh! -grito ella -me has pegado un susto horrible querido.
-¡aah! ¿qué rayos fue eso? -decía él tratando de levantarse.
-Oye -dijo coqueteando -¿qué haces en mis aposentos a estas horas?
-¡aah! nada, nada -ya sabia como era ella -no esperaba que estuvieses durmiendo.
-Ya esta saliendo el sol... no he podido dormir nada por andar pensando en algo.
-Se puede saber el qué, no te deja dormir.
-Pues las marcas en tus manos ¿son por todo el brazo?
-En ambos, este tipo de situación me ha pasado antes -la miro buscando respuesta de ella -lo he vivido toda mi vida o desde que puedo recordar. Siempre dicen que quema y duele, antes no era tanto. Pero hoy la chica grito de una manera inusual.
-El círculo no era para exorcizar -dijo en ella interrumpiendo.
 -¿El círculo?
-El que dibuje en la habitación, el que te dije que no dejarás que ella saliera.
-¿Y entonces para qué?
-Ya te dije que no necesito cosas tan comunes para exorcizar, solo mi mano y mi voluntad al máximo. El círculo era para sellarte momentáneamente.
-¿Qué? -¡Hola nuevamente confusión!
-Apenas y la tocaste cuando ella chillo, si te dejaba así matarías al demonio de inmediato, no hubiese podido preguntar o sea que en vano todo. Fue un poco cruel lo acepto, pero debía.
-Espera... ¿qué? eso no pasaba antes...
-Las marcas que aparecen también son sellos, puestos por Evan. Por alguna razón sello tu poder, los sellos están desgastados y por eso tu poder se esta liberando. Me sorprende que el cabaret te pudiera esconder tanto tiempo.
-¿Para qué mi padre pondría sellos? ¿no es más fácil matar los demonio y ya?
-Liberas poder sin darte cuenta, por así decirlo "a lo loco" -se acomodo -podrías matar al dueño del cuerpo. Eso es... te sello para que no matarás.

Se levanto de la cama, vestía un short y una camisa con mangas largas, atrás estaba alzada y dejaba ver piel de la espalda, se notaba que estaba marcada, una extraña cicatriz.
Claude se le acerco rápido y la tomo por el brazo para detenerla y levanto un poco la camisa para mirar.

-¡Oye qué haces! -dijo ella sonrojándose mientras se soltaba del agarre -esos hábitos tuyos de burdel.
-¿Qué es esa cicatriz? -trataba de volver a intentar ver.
-¿Cicatriz....? -miro extrañada, pero a los segundos reacciono -Eso Claude, es una de las razones por la cual no debo olvidar  no regresar a la Iglesia -se volteo y se levanto un poco la camisa para dejar ver con claridad la cicatriz.

Era un perfecto círculo, dentro de él una cruz rodeada por doce círculos. Fue claramente hecha con hierro caliente.

-Te marcaron como ganado... -dijo con una mueca de desprecio a la acción.
-Tenía catorce cuando lo hicieron... el que tenía en la mano el hierro fue el Cardenal Lucian Grech -sonrió tranquila -pero eso no importa en lo absoluto... en este momento, Ahora debemos volver a sellar.
-¿Por qué? -dijo exaltado.
-Si llegas a tocar a Josephine la vas a matar y eso no es lo que queremos. Necesitamos que la inmovilices, no matar -se repetía como para si misma.


Entraron al estudio. Aparto unas cuantas cosas de la mesa, y tomo uno de los tarritos de pintura y lo volvió a poner en su sitio y miro a Claude -¿Qué color te gusta más?
-¿Tiene eso algo que ver?
-¡Claro! -dijo emocionada -así sé cuál es tu color favorito.
La miro tratando de no reír ¿con qué clase de persona había ido a parar esta vez? -Verde...
-uumm... -mascullo mientras lo buscaba.
-¿Pasa algo?
-Es mi color favorito también... verde oliva para ser precisos -agito el tarrito y en la mano derecha un pincel -¿te quitas el suéter?
-Y dices que yo y mis hábitos de burdel -mientras se sacaba el suéter.

Hizo un par de marcas muy cerca del corazón, otras dos en la espalda por donde estarían el pulmón derecho y el riñón izquierdo -extiende los brazos -cercano a los codos unas cruces y en la parte de arriba de las manos el mismo signo extraño.
Puso el pincel y la pintura a un lado y murmuraba algo. Puso sus palmas contra las de él. En ese instante como si lo chocara repentinamente un recuerdo vino a su mente.

Lo mismo que ella estaba haciendo, pero en lugar de la chica un hombre alto, le sonreía. Le estaba cantando algo en latín mientras las marcas dibujadas se disipaban.

Estaba ocurriendo lo mismo.

"Amen" fue lo último que esucho.

-Lo recuerdo... mi padre me cantaba estas palabras...
-¿Cantaba el sello? interesante.. quizá porque eras un niño.
-Hacía tanto que no recordaba tan vivídamente sobre él. Hace tanto... -bajo los brazos rendido.


Martes 9:00 PM Algún sitio de la Capital.

Estaba cayendo una leve llovizna. Todo estaba tan tranquilo.
Ariza se encontraba sentada sobre algunos escombros tratando de encender un cigarrillo. Claude se le sentó al lado, parecía que no le molestaba en lo absoluto el humo que desprendía el cigarrillo.

Los otros tres parados mirando hacía una pared. Audrey inclino ligeramente la cabeza para poder leer.... "in terra quam in caelo"

-Es del padre nuestro... ¿o no tiene nada que ver? -Rupert trataba de juntar los cabos.

Que estuviera ahí no era problema, si no que claramente estaba escrito con sangre. Bastian miro a un lado, le echo una leve mirada al cuerpo clavado en la pared.

-Claramente tiene que ver con el Padre Nuestro. Este tipo esta clavado en la pared con las manos extendidas, simulando crucifixión. ¿Tendrá que ver con Josephine?

Audrey inclino la cabeza al otro lado. Miro de reojo el cuerpo.

-¿Y ahora? -cuestiono Ariza dándole toquesitos al cigarrillo para dejar caer la ceniza.

En ese mismo instante se escuchaba una risa muy fuerte en la parte de arriba del edificio. Era la de un hombre.

-Debemos solucionar de una manera madura esto -las miradas serias de los cuatro se encontraron.
Ariza se levanto y tiro el cigarro a un lado y se paro a un lado de Audrey, los otros dos cerraron el círculo. Claude miraba atento...

-Uno... dos... -comenzó a contar Rupert -¡Tres! -al instante que lo dijo los cuatro mostraron sus manos.

-Piedra, Papel Y Tijera, me están diciendo que es su solución madura para.... -Claude le sorprendían las cosas que hacían.
-Ir a ver quien diablos es el dueño de esa risa tan espantosa -dijo Bastian rascándose la cabeza.

Dos tijeras por parte de Rupert y Ariza. Dos papeles por parte de Bastian y Audrey.

-Bueno... al menos no iremos solos -la chica se alzaba ligeramente la falda sacando un pequeño revolver, al instante le lanzaba el bastón a Claude.
Bastian sacaba del abrigo que llevaba una pistola y se dirigía a la entrada del edificio.
-Mueve Claude -le hablo Audrey al momento que seguía a Bastian.
-¿Yo también? -dijo espantado.
-No jugaste, eso significa que querías ir de todas formas -dijo riendo Ariza.
-Eso debe ser ilegal de alguna manera, aprovecharse así de un menor de edad -pudo escuchar a lo lejos el quejido de Bastian.


 La risa se escucho una vez más, los tres miraron tratando de encontrar de donde provenía. Pasos de alguien corriendo, la risa una vez más.
De afuera se escucharon dos disparos.

-Necesito un arma -las palabras de Claude interrumpieron la tensión.
-Ni loco, nos dispararías -Bastian le miro con burla.
-Podríamos cambiar -agrego Audrey que parecía divertirle lo que pasaba -¡Por la escalera! -grito mientras corría en dirección a donde señalaba.

Los otros dos le siguieron. Parecían interminables las escaleras. Una ligera luz se podía distinguir arriba. La iluminación que había en el sitio era baja, pero lo suficiente para lograr mirar donde pisar.

-¡Es una chica! -informo sobre lo que sus celestes ojos veían. Los encogía tratando de poder ver mejor.
-¡Josephine! -grito Audrey -¡Josephine!

Seguían subiendo cuando un hombre de quizá un metro noventa se lanzo sobre Bastian, trataba de morderlo.
-No se preocupen, busquen a la chica... -tomo al hombre por uno de sus hombros y estrellándolo contra la pared.

La chica no termino de escuchar lo que decía Bastian cuando ya continuaba subiendo, Claude tomo unos segundos para seguirla.
Cuando al fin llegaron a la azotea del edificio iban jadeando. Claude podía sentir el ácido láctico quemando en sus pantorrillas.
Dio una mirada alrededor, la azotea no era muy grande. Audrey seguía cerca de la puerta, tenía el revolver en la mano derecha, pero no estaba alerta.
-No hay nadie... -apenas y termino la frase cuando algo halo de la chica y cerro la puerta dejando al chico afuera.
-¡Hey! ¡Audrey! -pudo oír un par de groserías de parte de ella y tres disparos muy seguidos. Escucho unos segundos esperando respuesta, pero nada. De inmediato trato de abrir la puerta pero estaba cerrada.

-Buenas Noches, no esperaba encontrarte aquí -la voz suave hizo que reaccionara enseguida.
-¿Josephine? -en definitiva era ella. Le habían enseñado una foto, se veía mucho más delgada. El cabello castaño oscuro, como el de Rupert, largo hasta la espalda baja, lo llevaba suelto, pero perfectamente peinado. Los ojos oscuros y demostraba tranquilidad en ellos.
-¿Josephine? Te refieres a la dueña de este cuerpo -se señalaba a si misma.
-Dices que no esperabas verme aquí... -escogía las palabras -y que no eres Josephine aunque estas en el cuerpo de ella... entonces eres...
-Evangeline por supuesto ¿es qué acaso ya no me recuerdas?
-Noo -alargo la palabra y su gesto era confuso -¿debería?
La chica se le acerco un poco, noto que el chico estaba en guardia, tenía el bastón listo para atacar -Tranquilo -olfateo un poco -Es extraño, no es exactamente como yo te recuerdo, pero en definitiva eres tu.
-¿Me has olido? -su cara de incertidumbre era cada vez más clara.
-Dime una cosa ¿aún piensas llevar la contra a la purificación? si es así tendré que matarte esta vez -levanto la mano izquierda uniendo los dedos, brillaban ligeramente.
-Evangeline, estas equivocada. -Desenvaino la espada delgada escondida en el bastón -Esta noche no voy a morir.









*Cruz Patriarcal o Cruz de Lorena: 
Esta es una cruz vista frecuentemente portada por los patriarcas en las obras de arte. 
La barra superior representa la inscripción colocada sobre la cruz por Pilatos. 
Fue adoptada por cardenales y arzobispos como una distinción jerárquica.
Esta cruz fue también usada por la Resistencia francesa en la II Guerra Mundial como símbolo de la Francia Liberada.



jueves, 18 de septiembre de 2014

Enamorando a mis Propios Demonios ~ Noche 3

¡Estarás Protegido!




-Ya te lo dije, aléjate -le dijo en tono fuerte, autoritario. Los ojos parecían haberse oscurecidos.
En ese mismo instante las luces regresaron y los suspiros de alivio fueron sonoros entre la multitud.
-Vaya, ahora piensas que puedes andar libre por ahí. Que chiquillo tan malcriado -parecía que todo lo que salía por boca de Vincent le daba asco a Claude -bien, parece que tu reputación te vale poco, pero... ¿qué hay de la de Audrey?

Eso hizo que un mar de pensamientos se estrellaran como olas de huracán en la cabeza del rubio. Era cierto que su reputación valía poco, pero la de Audrey era otra cosa.

-¡Buenas noches señor Arias! No pensaba que asistiera a este tipo de fiestas, dicen por ahí que los domingos va a otros... lugares -acentuó la palabra con su acento español.
-¡La monja! -sorprendido dijo Claude.
-¿La monja? vamos Claude, ya somos más que amigos -le dijo soltando una sonrisa picara y poco decente para alguien que viste un hábito.
-Sor Ariza ¿conoce a Claude? -dijo con seriedad.
-Cuando la señorita Giacometti no esta soy directamente la responsable con este chico -dijo mirando con la misma severidad al hombre.

Las luces comenzaron a fallar nuevamente, pero solo por segundos.

-Bien, me retiro. Nos vemos después Claude -le dijo sin apartarle la mirada hasta que entro por la puerta.

-No debes temer por amenazas como "destruir la reputación" de esa chica. Ella sola vuelve y se hace otra -comento tranquila.
-¿No deberías estar en una iglesia? -estaba probando que tipo de persona era.
-Decís eso por el hábito supongo. Pues sí, era monja. Y aún creo en vuestro padre, pero no tiene nada que ver con las cosas que hago.
-¿Estas en el negocio?
-¿Negocio? -rio ligeramente -si le quereís llamar así -se escucho un grito agudo, como el de una niña y justo en ese instante fuegos artificiales comenzaban a detonar.
-¿Qué fue eso?
-La señal. Debes salir de la casa, al patio de al frente, mira los fuegos artificiales junto al resto de los invitados -lo decía mientras le tomaba por el brazo y lo llevaba prácticamente empujado.
-No, no. ¿Qué paso? ¿algo salió mal? -estaba dispuesto a saber la verdad -¿Es Audrey? ¡Voy contigo señora monja!
-¿Señora monja? ¿pero cuántos años creéis que tengo? -dijo totalmente ofendida.
-¡Eso no importa ahora!
-Bien, pero llámame Ariza. Ven, sígueme. Vamos a subir.



-¿Eso fue un grito? -dijo Aznar buscando extrañado. El ensordecedor ruido producido por las explosiones de los fuegos artificiales no le dejaban escuchar bien ni sus propios pensamientos.
-Definitivamente lo fue -respondió Bastian. Estaban el el ático de la mansión. El lugar era amplio y alejado, pero el grito fue suficiente para ser escuchado por ellos.




La puerta fue abierta de una sola patada por Ariza y de ahí no paso. Había una marcada linea entre el pasillo y el marco de la puerta, el aura del lugar era pesada, la habitación estaba fría.
-No entres -le corto el paso a Claude con el brazo.
El chico se detuvo, pero en el instante que vio a la chica que andaba buscando en el suelo olvido la advertencia y corrió dentro de la habitación. Un leve chispazo se produjo cuando entro, sus pisadas parecían limpiar el suelo de la impureza que se producía en la habitación.

-¡Audrey! -grito.

Esto distrajo a la pequeña endemoniada que estaba justo en frente de Audrey. Ese instante fue el que aprovecho a la chica, que se levanto rápidamente y le propino una patada en la espalda a la niña, siendo empujada a Claude.

-¿Qué? -dijo confundido de la acción tan repentina.
-¡No la sueltes por nada! -le ordeno.

Al sentir el toque de la mano de Claude chillo -No me toques bestia -la voz para nada era la de una niña, sonaba gruesa, enfadada.
De inmediato le apretó el brazo con la mano derecha y soltó el bastón para sujetar con la mano izquierda también.
-QUEMA, QUEMA, SUÉLTAME BESTIA -gritaba fuerte, parecía que sus cuerdas vocales no daban más.
-No la sueltes -dijo con la respiración entre cortada -¡Ariza! dame algo con que marcar el piso.
De inmediato la monja saco de uno de los bolsillos del hábito una cuantas tizas y se las lanzo -no vayas a entrar, el aura esta muy pesada, ayúdame desde afuera.
-¿La vas a exorcizar? -parecía casi animada al decir eso.
-Al parecer.

-¿Qué... qué esta pasando? -de a malas podía sostener a la niña, parecía tener más fuerza de lo que aparentaba.
-Claude, la niña esta poseída y tu pareces.. debilitarlo. Trazaré un circulo, no debes dejarla salir de él hasta que yo termine. ¿Entendido?
-S..si...

La chica comenzó a trazar un círculo alrededor de ellos, marco cinco cruces y escribía cosas que Claude no podía distinguir.
En ese mismo instante la monja se arrodillo y junto sus manos, rezaba en español. "El padre Nuestro".

-¿Qué paso? -Bastian y Aznar preguntaban al mismo tiempo, llegando a la escena.
-¿La va a exorcizar? -parecía nervioso Aznar -sin agua bendita...
Bastian sonrió ligeramente -esa es su especialidad, realizar exorcismos de maneras no convencionales y siempre resultar victoriosa.
-Esta chica siempre con sus cosas...

-¡Mi niña! -era definitivamente el grito de una madre totalmente asustada -¿Qué le hacen a mi hija?
-Señora es peligroso entrar -Bastian a sujeto por el brazo y la empujo hacía atrás -quédese ahí y no molesta -le dijo con severidad.
-Pero....
-¡Ya le dije!

La mujer cayo rendida y asustada.

Audrey comenzaba a pronunciar cosas, deducía Claude que en latín, le sonaba a alguna oración, pero no estaba seguro de eso. Ya no le eran claras muchas cosas. La niña seguía gritando que las manos de él le quemaban y de vez en cuando trataba de morderlo. La abrazo fuerte y apretó contra su pecho haciendo que su mirada diera con la de Audrey, y le sujetaba los brazos para que no se zafara del agarre.

-¿Dónde esta Josephine? -pregunto Audrey totalmente desencajando en todo lo que estaba pasando -tu jefe la tiene ¿dónde?
-No, no maldita asesina, mi señor,es de él ya. Nada de lo que hagan se las devolverá. Déjame ir bestia, esa asesina te matará también a ti... eres su especialidad.
-Audrey, ya no tiene nada que decir, mátalo -pronunció Aznar como una orden.

-¡NO! ¿qué le harán a mi hija? -la mujer se volvió a levantar.
-Su hija estará bien, esta poseída. Y desde hace ya bastante tiempo -Bastian trataba de que se volviera a calmar, pero sus palabras no ayudaban mucho.

Audrey tomo el bastón del suelo y puso la punta en el pecho de la niña -Bestia desencajas en el precioso mundo que nuestro padre nos dejo, no tendré piedad, no te devolveré al infierno de donde eres, me desharé de esa alma asquerosa aquí mismo. En el nombre de Jesús, abandona ese cuerpo que no te pertenece, ABANDÓNALO. -Sus palabras hacían temblar a la niña.
-No, no... cállate asesina.
Empujo un poco más el bastón y se acerco a la niña entrando al círculo -Abandona en el nombre de Jesús ese cuerpo que no te pertenece -con su mano izquierda abierta golpeo el pecho de la niña y como si estuviera arrancando algo de el mismo halo con fuerza.

Se podía ver como una masa oscura salía en lo que Audrey halaba. Con la mano que sujetaba el bastón quito el seguro de la empuñadura y cayo una especie de vaina, dejando al descubierto la hoja delgada de una espada, con la que atravesó la masa que había sacado.

Justo en ese momento la tensión que había en la habitación desapareció, comenzaba a fluir el aire y la niña dejo de forcejear cayendo desmayada.
Claude la llevo lentamente al suelo y la acostó. Él se levanto de inmediato y busco la mirada de Audrey. Ella estaba serena, con la mirada hacía el suelo, pero tranquila. Se notaba que no era la primera vez que hacía esto.
Dio un paso para ir donde ella, y levanto su mano derecha, pero se detuvo de inmediato al verse la mano. Tenía unas extrañas marcas que parecían estaban defuminandose y pronto desaparecían.
-¿qué es...? -se dijo en voz baja.
Ella le tomo la mano y la examino, le devolvió la mirada, con su particular sonrisa -es bueno tenerte cerca Claude.

La mujer entro a la habitación corriendo y abrazo de inmediato a la niña que estaba en el piso. Las lagrimas brotaban de sus ojos.

-Debe buscar a un sacerdote y que purifique toda la casa... mañana mismo en la mañana si es posible -hablo Bastian con su peculiar autoridad.
Audrey se agacho cerca de la mujer y le puso una mano en la espalda -ella esta bien, solo que cansada y lo más posible que con hambre. Cuando despierte asegúrese de estar con ella, va a estar muy asustada.



Casa de Rupert Aznar ~ 3:30 Am Lunes


Estaba Bastian mirando por la ventana de la sala, la vista daba hacía la calle vacía. Rupert sentado en el sillón principal y atrás en el mini-bar sentada en una de las sillas Ariza.
Claude estaba al frente de Rupert examinando a todos con la mirada, y finalmente Audrey en el piso con las piernas juntas al pecho y abrazándolas, el mentón sobre las rodillas y mirando curiosa la próxima acción de Claude.


-Por un momento pensé que todos ustedes eran una banda de asaltantes... -rio ligeramente -pero esto jamás me paso por la mente.
-Lo siento, creo que alguien -su mirada acusadora se poso en la chica sentada en el suelo -debió explicar la situación.
-¿Qué son exactamente? -pregunto directamente a Aznar.
-Bien, te contaré mi parte de la historia muchacho.

"Hace dos años ya exactamente en Asturias con mi Josephine... es mi sobrina, pero la he criado como a una hija. Unos tipos nos asaltaron y se la llevaron secuestrada... tuvieron un accidente y ella fue la única que sobrevivió. Luego de eso nos fuimos a vivir a Malaga, ya sabes para pensar en otras cosas. Pero ella comenzó a comportarse extraño, no era siempre, pero había momentos donde no podía controlarla. Hasta que un día algo... entro a la casa, recuerdo que eran las 3 de la madrugada cuando paso, todos lo vidrios en la casa se rompieron, hasta la vajilla en la alacena quedo echa añicos, eso se la llevo -hizo una pausa, cerro los ojos y se puso la mano en la frente -fui a la policía, gobierno y finalmente a la iglesia. Pero ninguno pudo ayudarme. La iglesia la buscaba, pero algo me dejaron claro ´No realizan exorcismos a menos que se pague la suma necesaria´. Sé donde buscarla más o menos, porque ella me deja pistas, indicios, quiere que la encuentre y la rescate. Un año tratando junto a la iglesia, recorrí gran parte de Europa en eso. Hasta que decidí ir por mi cuenta. Ahí fue donde el encontré la pista que me trajo a América, conocí a estos tres que son los que ayudan a encontrarla... cada quien tiene sus habilidades."

Miro a Claude con ojos cansados -por lo que pude ver tu tienes una.
-Alto ahí eh -interrumpió Audrey levantándose.
-¿Qué pasa? Nos dirás y en eso incluyo a niñato ¿por qué tanto interés en él? -Bastian parecía más molesto de lo común.
-Relájate Bastian, te va a dar una embolia -dijo moviendo las manos, pero con cara de burla -Esta bien, debo confesar algunas cositas.
-Creo que sé por donde viene esto -Claude se incorporo y miro con audacia a la chica -de camino hacía acá concluí algo de ti.
-Veamos -le respondió la chica.
-Hace ya bastante tiempo atrás mi padre me dijo algo que en ese momento no comprendía, como muchas de las cosas que hablaba. "Te dejaré a dos guardianes, si me pasa algo, ellos te encontrarán" -se acomodo en el sillón -Luego no mucho paso cuando el murió... y aparecio un personaje muy singular...
-Gustav -dijo de inmediato Audrey sonriendo.
-Exactamente, un hombre que pertenecía a la Iglesia Católica, más no era presbítero, Obispo ni mucho menos Cardenal, amigo de mi padre que era por lo contrario presbiterio. Eso lo recordé gracias a que Sor Ariza viste un hábito, pero no es una monja por todas las de la ley.

Ariza que estaba sentada en el mini-bar bebiendo lo más posible vodka sonrió.

-Termina de empatar mi historia Audrey -le dijo con la misma mirada de tranquilidad.
-Pues sí. Evan, que no recuerdo que tuviese un apellido un día cuando aún yo pertenecía a la sociedad de exorcistas de la Iglesia en Europa, se acerco a mi junto con Gustav para pedirme un favor. Que si en caso tal a él le pasaba algo, buscáramos a su hijo, un niño que había adoptado y lo protegiéramos de la misma Iglesia.
"Al principio me pareció extraño ¿por qué proteger a un niño que esta totalmente desvinculado de la Iglesia? pero luego él mismo termino por decirnos la importancia de ese niño" -le miro, pero su expresión ya era seria.

-¿A qué te refieres? -interrumpió Bastian.
-Un día encontró al niño, no había rastro de padres, o familiares. Pero era humano, o sea que si los tuvo. Pero su ser, su esencia, su olor atraía toda clase de seres. Brujas, duendes y hasta demonios. Así que lo adopto, y lo crió, bajo la protección de sellos lo mantuvo escondido de la Iglesia y de los demonios. Hasta que un día las cosas se salieron de control en la Iglesia y Evan fue asesinado por la misma Iglesia que el profesaba.

Claude se levanto de inmediato y sus ojos estaban bien abiertos -¿qué... qué dices? acaso fue... la misma.. -las palabras no estaban claras en su cerebro y no eran bien procesadas para salir por la boca.
Audrey se quedo en silencio unos segundos antes de continuar -en ese momento junto a Gustav yo escape de la cede en Francia. Él iba a buscar al niño y llevarlo lo más lejos posible. Yo vague un tiempo en distintos lugares, desligando mi nombre de todos lados. Cambie varias veces mi nombre y mi aspecto -apretó los puños -pero fuimos incapaces de encontrar al que dio la orden, no nos podíamos acercar sin ser descubiertos. Años después recibí un mensaje de parte de Gustav, diciendo donde estaba con él chico que debíamos proteger, pero Gustav fue capturado...

-Un momento ¿no me abandono? -si antes había sentido un huracán de pensamientos, esto definitivamente era un tsunami.
-¿Qué es Claude? -Ariza había dejado el vaso con vodka en la mesa y se acerco con los ojos llenos de seriedad.
-aaff -soltó un suspiro -Evan en ese entonces decía que era "La Reencarnación de un Ángel en un cuerpo Humano" pero luego creemos que un Ángel cedió sus poderes a un niño humano... Desde siempre has podido ver a los demonios y brujas, cosas que no todo el mundo ve ¿no es así?
Su ojos estaban llorosos -yo no recuerdo nada antes del día que fui encontrado por mi padre, pero el decía que tenía un talento y que no todo el mundo debía saber de ese talento.
-¿Por qué estabas en el burdel? -Pregunto Audrey, aunque parecía que ella ya sabía la respuesta.
-Gustav me dijo que era inevitable esconder la esencia que desprendo, pero las personas se atraen a mi, y los demonios vienen. La única forma es impregnarme de otra esencia.
-No hay mejor lugar que un burdel pare eso, toda la porquería que hay abunda es suficiente para esconderle, pero el contacto directo con personas puede hacer que la gente se... por así decirlo drogue con el -paso sus manos por su rostro restregando los ojos.
-¿Por qué no le han atacado ahora que esta afuera del burdel o cuándo yo me lo lleve? -Bastian estaba bastante sorprendido de lo que se estaba hablando.
-Cuando te lo llevaste, no fue más que par un par de horas -trato de ocultar la risa -es difícil sacar el aroma a cabaret y mucho menos de Madame Cil. Y pues yo soy una exorcista. Cuando le lleve a mi casa, ese mismo día puse sellos por todos lados, además de que mi esencia es espanto lo mismo que la tuya para los demonios.

-¡Un Maldito momento! -grito Claude -no... ¿qué?
-¿Acaso ya no lo sabías? -dijo confundida.
Se le acerco y le tomo por los hombros mirándola a los ojos -dices que mi padre fue asesinado ¿POR QUÉ? ¿qué eres tu de la Iglesia? ¿qué paso con él?
-Yo... -estaba insegura de que decir en ese momento -no sé como responder eso...
-¿Por qué huiste? -dijo lo que parecía más calmado.
-Yo al igual que tu tengo un talento... si se puede llamar así que no todos deben conocer, para mi desgracia la Iglesia se entero de ese talento.
-¿Qué clase de talento es eso?
-Yo...




sábado, 6 de septiembre de 2014

Enamorando a mis Propios Demonios ~ Noche 2

¡Confianza!



Zona Costera de Portugal – Lisboa

-¿Has revisado toda la costa? –se escuchaba una voz al teléfono, con un acento extraño.
-Sí señor. Parece que aquí estuvo un tiempo, dicen que viajo más al centro y otros dicen que se fue a Francia –esta vez respondía un chico, de no más de 25 años -¿Viajamos de regreso a Francia mi señor?
-No, en definitiva no regreso. Y ahora Gustav esta también prófugo. Creo que más bien regreso al único lugar que le queda. América –la voz del hombre marcaba las erres fuertemente.
-¿América? Se refiere que está en… ¿Panamá? –el chico sonó algo desconfiado.
-Ahí está el Patriarca Lucas. Va a estar esperándolos. El tomará la misión de ahora en adelante, él está al tanto de lo que se debe hacer si la encuentran a ella o a Gustav. Es todo, no vuelvan a llamar hasta tenerme noticias de ella.
-Si mi señor.
El chico volteo y dirigió la mirada a un pequeño grupo. Se arregló el cabello negro y soltó el teléfono. Frente a él estaba un chico de apenas unos dieciocho años, cabello castaño claro, ojos oscuros. Una chica, alta, cabello negro y ojos verdes. Y uno más, de cuerpo grueso, cabello castaño.
-¿Y bien? –Dijo la chica preguntando al de cabello negro que acaba de soltar el teléfono, parecía inquita –te oí decir claramente América.
-Pues escuchaste bien. Parece ser que ella tiene alguna relación allá... parece ser que ahora cambiamos de jefe. El Patriarca Lucas nos espera en Panamá, debemos darnos prisa, al parecer el maestro Gustav también ha escapado.
-¿Volvió a desaparecer? –el chico más joven pregunto.
-¿Desaparecer? Jajajaja –rio fuertemente y le dio una palmada en el hombro –El maestro Gustav no desaparece, él escapa. Y creo que lo mismo pasa con ella.



Panamá – 9:30 AM
La mañana estaba algo opacada. Las nubes grises tapaban el sol matutino, daba la impresión de tristeza, melancolía. Pereza.
Había pasado una semana completa desde que Claude había aceptado el trato con la misteriosa chica, que se hacía llamar Audrey.
Ya sabía varias cosas de ella, como que siempre traía golosinas en sus bolsillos. O que era una gran pintora, aunque ninguno de sus cuadros los firmaba con su nombre. Utilizaba un seudónimo “Snow”.
Le pregunto el martes, el porqué de firmar como Snow. La respuesta fue: “No quiero ser encontrada… tan pronto.”
El miércoles, la escucho hablando por teléfono, dijo algo de “Le Parapluie”, sabía que significa, pues él hablaba francés, mucho mejor de lo que hablaba español. ¿Pero qué era eso? Sonaba al nombre de un bar, pero tenía ese tono de misterio, como todo lo que involucraba hasta ahora.
El jueves, cuando ya casi se iba a dormir, de camino a la que ahora era su habitación, vio la puerta del pequeño estudio donde ella pinta abierta. Una débil luz salía por la abertura, y la curiosidad lo invadió en seguida, pues escuchaba un murmullo, repetidamente. Cuando miro por la puerta, estaba ella de rodillas, con los dedos entrelazados entre si y los brazos levantado a la altura de su cara. El murmullo venía de ella, estaba rezando. O eso pensó Claude. Podía distinguir que era el Padre Nuestro, pero en definitiva, no lo decía en español.

“Pater Noster, qui es in caelis, 
sanctificétur nomen Tuum, 
adveniat Regnum Tuum, 
fiat volúntas tua,
sicut in caelo et in terra. 
Panem nostrum cotidiánum
da nobis hódie, 
et dimitte nobis débita nostra, 
sicut et nos dimittímus
debitóribus nostris; 
et ne nos indúcas in tentationem, 
sed libera nos a malo.”
Por un momento recordó a su padre, que todas las noches hacía lo mismo.

Viernes, fue un día curioso en verdad.  Se despertó temprano y fue a verla como todas las mañanas en la mesa, la verdad es que estar con ella no era malo, nada malo. Todo lo contrario, le gustaba estar ahí.
-Es bueno verte temprano querido Claude –dijo ella alegre.
-Pareces más feliz que de costumbre ¿sucedió algo? –interrogo él.
Ella agito un papel en su mano –Recibí una invitación, de un expresidente. Va a dar una fiesta, poco modesta. Y además irá Bastian –le hizo un gesto de burla –Iré a presumir que le robe el modelo –le guiñó el ojo.
-Coqueta –le devolvió una sonrisa -¿Iré yo?
-¡Por supuesto! –Miro a los lados buscando –¡Gab! ¡Gab! –llamo.
Enseguida apareció el hombre, parecía más canoso de lo normal –Dígame señorita. Por cierto es Gabriel.
-Nombre de ángeles –musito tan bajo que apenas y se escuchó -¿Esta listo el traje de Claude?
-Sí, hoy en la tarde lo pasaré a buscar. También, una llamada del señor Aznar.
Enseguida Claude se puso alerta, ese nombre ya lo había oído, esta vez la conversación era frente a él, si se cambiaba el tema sería realmente sospechoso, pero a lo contrario de lo que pensó Claude que pasaría…
-¿Qué dijo? –miro con tranquilidad al hombre.
-El domingo a las 8:00 PM y que este lista.
-Bien, entonces llevaré zapatos cómodos –miro al rubio, y su sonrisa era totalmente misteriosa.
Ese mismo día en la tarde estaba sentado en el balcón del apartamento. Ocupaba todo un piso. Se le vino a la mente la pregunta.
-Me pregunto ¿cómo pagara esto?
-Pues... –ella apareció detrás de él, parecía que llevaba sentada ya rato ahí, pero él no lo había notado. Tenía una libreta en la mano con un lápiz. Los puso en la silla donde estaba y se levantó caminando hasta la ventana del balcón -¿Qué piensas qué hago?
-Cuando llegamos, lo primero que pensé fue “imposible, el edificio entero es de ella”, cuando pasamos por la puerta y vi que era solo una residente más,  las cosas se fueron poniendo normal.
Pero debes aceptar que tener un apartamento así debe ser más que costoso. ¿Drogas?
-Tienes razón, es caro. ¿Te puedo contar algo Claude? ¿Puedo confiar en ti? –su mirada se fue entristeciendo.
-¿Qué es? –se levantó hasta donde ella y se paró a su lado, era quizá unas cinco pulgadas más alto que ella.
-Yo ya no tengo familia –la mirada perdida hacía los edificios que se veía a través del vidrio cerrado de la ventana –me la arrebataron, apenas era una niña, pero sobreviví. No recuerdo como.
-¿Los asesinaron? –si era así, para Claude esto sonaba familiar.
-De eso si estoy segura, de quien aún no. Esa noche es un recuerdo bastante confuso.
-Espera… ¿eso que tiene que ver con que te pagues semejante apartamento?
-jaja –apenas y se rio –jajajajajajaja –luego no se pudo contener –vaya, de eso sí que no puedo escapar ¿me creerías si te digo que trafico golosinas? –saco un caramelo del bolsillo del abrigo que tenía puesto.
-¿Eres una psicópata? Pienso que tu familia era adinerada, millonaria, que sé yo. Es la herencia –tomo el caramelo de las manos de Audrey.
-Pues así es querido. Tengo un tío. Es un hijo de puta, acepto cuidarme luego de toda la tragedia, pero apenas había pasado dos semanas cuando me mando directo a Europa. En un espantoso internado católico.
-Se quedó con tu herencia, pero regresaste y ahora la tienes de vuelta. ¿Casas? Este edificio parece nuevo, así no creo que vivieras ahí. –La verdad estaba sacando bastante información.
-Esa casa… no podría estar ahí nuevamente –desvió la mirada –mejor hablemos de tu misteriosa vida.
-Mis padres, ni idea, ni siquiera los recuerdo –sonrió con la mirada baja –me adopto un hombre que antes era presbítero. Luego él fue asesinado y encontré a un maestro. El idiota desapareció y pues llegue al burdel… y de ahí a ti.
“El idiota” se repitió mentalmente con una sonrisa Audrey. –De verdad que si lo eres Gustav –se dijo para sí misma.
-¿Dijiste algo? –levanto una vez más la mirada, encontrándose con los ojos de Audrey.
-Esta noche voy a salir, no vayas a saltar del balcón o alguna otra locura –dijo retomando el gesto de costumbre.
-Bien, no creo querer hacer eso.

Viernes 12 Media noche.

“Ave María, 
gratia plena, 
Dominus tecum, 
benedicta tu in muliéribus, 
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei, 
ora pro nobis peccatoribus, 
nunc et in ora mortis nostrae. 
Amen.”

Una y otra vez se escuchaba la misma oración, y un grito de agonía acompañaba cada frase.
-chienne ... tais-toi! –cuando podía lograba articular.
Pero la oración no se detenía.
-Ya no nos dirá nada, sin salida. –Rupert acariciaba su barbilla tratando de pensar qué interpreto mal -¿qué diablos está diciendo?
La oración se detuvo, los gritos pararon.
-Me está diciendo “cállate, perra” –Audrey llevo su mirada hasta Rupert.
-¿Lo puedes exorcizar? –pregunto Bastian a Audrey.
-Ya está –camino hasta donde estaba el hombre y con su mano derecha golpeo fuerte con el puño en el pecho del hombre. Este cayo de rodillas y su respiración entrecortada no dejaba que las palabras que salían por su boca tuvieran sentido.
-Vámonos, era un simple espíritu –Bastian parecía molesto.
-El domingo no olviden –dijo Rupert incorporándose –en esa casa hay algo, lo descubriremos. Estamos cerca de Josephine, lo sé.
-Josephine debería dejarnos algo más –miro Bastian al cielo –algo que nos diga dónde está.

Sábado por la mañana.
-¿Gabriel? –Claude pensaba que ya le había pasado la misma situación de que lo dejaran abandonado, aunque no le molestaría quedarse con el bonito Penthouse.
-Dígame –salió de la cocina –si busca desayuno, lamento decirle que no hay nada –bajo los hombros, había olvidado hacer el supermercado. –Puede desayunar cereal.
-No te preocupes, y ¿Audrey? –esperaba la respuesta mientras tomaba un plato y cuchara.
-No regreso ayer –lo decía bastante tranquilo.
-¿Qué? –se le quedo mirando.
-Ella lo hace a menudo. No se preocupe. ¿Está bien si se queda un rato solo? Iré al supermercado.
-No… si, si. No te preocupes. ¿Crees que ella demore?
Gabriel soltó una especie de sonrisa sonora –Me alegra que ella lo encontrara. Ella ahora realmente si está feliz. Y me alegra que usted también se preocupe por su bienestar. Me retiro.
Tuvo toda la tarde para revisar por todos lados, en el estudio había más de diez cuadros sin terminar. Y muchos de los terminados arrinconados.
Ninguna sola imagen de Jesús, o vírgenes, ni santos.
-Reza en latín, pero no es de tener imágenes –miro a una de las paredes del estudio, estaba ya bastante desgastada, pero con tiza había unas especies de marcas. Un circulo, unas cruces y cosas escritas en posiblemente latín -¿alguna secta? No creo. ¿Santera?
La puerta principal se escuchó. Enseguida salió del estudio y corrió a ver quién era.
 -¡Hola! –dijo ella muy animada.
-¿Estas bien? –la miro preocupado, y algo nervioso. Traía con ella, el bastón.
Ella se le acerco y lo abrazo, sentía el perfume -¿crees que dormí en la calle? Y por cierto, tienes permiso de entrar al estudio sin ningún tipo de restricción.
-Bien señorita dígame… ¿eres una especie de santera? –directo.
-¿Santera? No, no. ¿Qué te hace pensar eso?
-En el estudio hay marcas con tiza, y te he visto rezar en ¿latín?
-Soy creyente en Cristo. Ya te lo dije, estudie en un internado católico. Las marcas son una especie de investigación. Nada “diabólico” si es lo que quieres saber.
-Hay cosas de las que no quiero estar cerca –dijo más calmado.
-Por cierto, la fiesta el mañana a las ocho de la noche. El traje lo trae Gab.
-Está haciendo supermercado.
-Lo sé, me llamo. Tranquilo Claude, no dejaré que nada de esas cosas se te acerquen.



Domingo. Casa de la Familia Córdoba.
Audrey llevaba puesto un vestido negro, más arriba de las rodillas, con varias capas y vuelos. Una cinta negra alrededor de su cintura hacía un lazo a un lado. Medias negras hasta las rodillas y unos botines de tacón. En el cuello el collar de siempre, parecía una enredadera en plateado con una gota en el centro. Un chal para tapar los hombros, y el cabello rubio peinado.
Claude vestía un saco negro, adentro una camisa impecablemente blanca, un gatito en vez de corbata. El cabello casi blanco peinado hacía un lado. Entre los dos hacían una combinación bastante encantadora.
-¿Por qué traes un bastón? –Claude vivía con la duda, pero siempre olvidaba preguntar.
-¿Para qué rayos piensas que son los bastones? –lo decía mientras saludaba a distancia a las personas en lo que entraban.
-Caminas de maravilla, hasta usas tacones –la miro.
-Nunca sabes que puede pasar –le guiño el ojo.
-Señorita Giacometti, me alegra de que viniera. –Un hombre de unos sesenta años la saludo –vaya, veo que viene acompañada.
-Señor Córdoba, es el Claude. Le vera conmigo muy a menudo.
-Es un placer –extendió su mano.
-Claude… sin apellidos eh –le estrecho la mano, mientras examinaba al chico.
-Así prefiero –dijo amablemente.
-Así será pues. Por cierto Audrey, Aznar te andaba buscando.
-Muchas gracias señor. Espero disfrutar la fiesta al máximo.

El lugar era inmenso, quizá más grande que la casa de Bastian. Había gente por todos lados, vestidos muy elegantes. El salón donde se reunía la mayoría de los invitados estaba decorado de dorado y rojo. Por un momento el burdel de Madame Cil se le vino a la mente. Y en ese instaste recordó que podría ver alguna de las personas que llego a “tratar” en aquel burdel.
Se detuvo de repente y halo a Audrey a su lado.
-¿Pasa algo? –lo miro extrañada.
-Aquí… puede que haya… ya sabes, yo antes estaba –no sabía ya como terminar la oración, mirando a los lados para buscar a alguien conocido.
-No te preocupes. ¿Crees qué se atrevería alguien estando tanta gente aquí en mencionar que h estado en un burdel? –Estas seguro.
-Espero.
En ese mismo momento al final del salón Audrey pudo notar a el Sr. Aznar hablando junto a Bastian y otra chica más.
-Es… ¿una monja? –en definitiva la chica no vestía un escote.
-Vamos a saludar Claude –se acercaron de inmediato.
-Hasta que al fin llegas –dijo tan groseramente como de costumbre el pelirrojo.
-Buenas noches señorita –la monja hizo una leve reverencia.
-Me alegra que llegarás Audrey –el tono de voz del Sr. Aznar sonaba tan amable.
-¡Hola! –Miro a Bastian furtivamente –también me alegra verles. Él es Claude. Del que les hable. Ellos son, Rupert Aznar, Bastian Luttenberg y Ariza. Tampoco tiene apellido.
Bastian volvió a mirar bien al chico y noto enseguida ese rostro particular.
-¿Qué diablos hace aquí? –hablo horrorizado.
-Ves, así reaccionaran si te ven –dijo sonriente a Claude –no debes preocuparte corazón.
-Un placer a todos. Me da gusto verte Bastian –no podía aguantar la risa, tan solo de ver la cara del pelirrojo. Espanto.
La pequeña reunión se dispersó. Y enseguida Audrey llevo a Claude hasta una salida que daba a una especie de terraza.
-Bien, toma esto –le entrego el bastón –no llames la atención, aunque creo que va a ser difícil.
-¿Te vas? –le dijo confundido.
-Unos minutos, varios minutos. Si ocurre algo sal de la casa, pero no te vayas a ir.
-¿Qué rayos vas a hacer?
Lo miro y abrió los labios con intensión de hablar, pero las palabras se quedaron en la boca –nada malo –fue lo único que dijo.
No replico, pero ya había ideas fugaces en su cabeza.
Estaba ya casi seguro que ese apartamento se estaba pagando a base de que ellos cuatro robaban en fiestas de gente adinerada.
-Tiene que ser eso –se dijo a sí mismo.

Mientras tanto, Audrey, Rupert, Bastian y Ariza iba caminando hacia la parte de atrás de la enorme casa.
-Ariza, cuando te avise cortarás el flujo de luz. En ese momento podremos subir al segundo piso. Audrey, irás a la derecha, Bastian y yo iremos por la izquierda. NO deben matar a nadie por nada del mundo.
-Entendido –dijeron todos al mismo tiempo.
En el fondo se podía escuchar la música amenizada por un mariachi. Excelentes interpretaciones, cada pieza terminada era seguida por aplausos. Risas invadían el salón, personas relacionadas con el gobierno y varias de las compañías más importantes del país estaban ahí.
De un momento a otro las luces se fueron y el asombro de las personas se hizo escuchar.
-Tranquilos, no se asusten ya pronto se encenderán, hay un generador –se escuchó la voz del Sr. Córdoba tratando de calmar.
Los tres individuos se colaron entre la multitud y subieron por las escaleras principales. Se escucharon los murmullos entre ellos y se dividió el grupo.

Abajo Claude -¡Ahí está! De seguro fueron ellos. No me lo creo. No pensaría eso de ninguno de ellos al verlos, mucho menos del tal Aznar o de una monja. La monja debe ser para despistar –se hablaba a sí mismo. Pero esas ideas fueron interrumpidas cuando sintió que alguien le sujeto fuertemente por el brazo.
Sintió una respiración cerca de su oreja y enseguida unas palabras susurradas –cuento tiempo Claude.
Reconoció casi de inmediato la voz, y un escalofrío recorrió su cuerpo.
-¡Suéltame! –se zafo del agarre de un empujón.
-Pero que dicha encontrarte aquí pequeña ratita, y andas muy altanero por ahí con ese idiota de Bastian, y peor aún con la chiquilla maniática de Audrey.
-Vincent, te recuerdo que ya no estamos en el burdel. No te me acerques.
-shh alguien podría escucharte. Se enterarán de tus secretos sucios –soltó una risa, sus palabras sonaban casi asquerosas.
La luz se volvió a encender, y las personas sonaban más calmadas.
-Pero mírate, tan arreglado. Deberíamos irnos –la miraba perturbaba a Claude.
-Ya te lo dije, aléjate.

En el segundo piso pasaba de puerta en puerta Audrey, buscaba alguien en particular, pero no sabía ya cuántas puertas había abierto. Todas se veían igual.
-¿Qué haces aquí? No puedes estar aquí –la dulce voz de una niña la detuvo.
Se dio la vuelta, y la miro sonriendo –verás, buscaba el baño.
-¿Quieras jugar conmigo? –la niña no cambiaba sus gestos al hablar, parecía estar seria.
-Eso suena maravilloso –comenzó a seguir a la niña –me dirás… ¿tu nombre?
-No –no dijo más nada.
Entraron a una habitación, estaba dividida en una especia de recibidor y a la izquierda podía ver una puerta abierta, desde ahí podía ver la cama y algunos muebles.
Examinaba el lugar donde estaba.
-¿Ya vas a bajar? –pegunto la niña.
-¿Bajar? -Miro extrañada –¿a dónde?
-Al infierno mata ángeles –su voz sonaba ronca. Audrey se volteo enseguida con los ojos bien abiertos.
-¡Maldición! –se dijo para sí misma, corrió hasta la puerta que daba al dormitorio y la cerro.
Afuera podía escuchar a la niña ahora con una voz completamente distinta hablarle.
-¡Vamos sal! NO NO
Buscaba alrededor algo que le sirviera para defenderse. Justo en la mesa al lado de la cama había una biblia, bastante gastada, la portada en azul. La abrió y comenzó a leer.

“ El Señor es mi pastor, nada me faltara.
 En lugares de delicados pastos
me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreara.

Confortara mi alma;
Me guiara por sendas de justicia
por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra
de muerte,
No temeré mal alguno, porque 
Tu estarás conmigo,
Tu vara y tu cayado me
infundirán aliento”

-¡Eso no sirve! NO NO –ya comenzaba a gritar.
Mientras más leía los versículos, más le temblaban las manos, escuchaba una voz siniestra en su mente repetirle lo que ella decía, hasta que dejo caer la biblia. La voz le temblaba, pero trataba  de seguir recitando los versículos. Cuando levanto la biblia de entre las páginas salió un separador en forma de una muñeca de papel. Las manos de picaban y la voz en su cabeza seguía repitiendo cosas inentendibles para ella.
-¡Cállate! –Grito Audrey –no me dejas concentrarme… El señor… es…
La puerta se abrió lentamente –El señor te ha abandonado, porque mataste a su ángel –se le acercó un poco –el señor está molesto contigo A-SE-SI-NA.
Audrey callo de rodillas al suelo y su respiración comenzaba a acelerarse. La niña puso su mano en la mejilla de ella –Nadie te salvara.



viernes, 5 de septiembre de 2014

Enamorando a mis propios Demonios ~ Noche 1

Retomando Donde Lo Dejamos




La noche fría y la luna ausente, que noche tan poco carismática.
 En un almacén cerca al muelle se daban movimientos extraños, asuntos ajenos a personas con vidas completamente normales. Pero este no es el caso de los que estaban ahí. Para nada son personas con vidas normales, aunque eso quieran aparentar.

El viento comenzó a soplar fuerte, tratando de arrancar los árboles del suelo y las casas de sus cimientos, cualquiera pensaría que un huracán se acercaba. Aunque claro eso esta lejos de ser huracán y que en este pequeño país de América jamás han vivido uno en carne propia. La lluvia empezó simple y suave, se dejaba llevar por las ráfagas del impaciente viento, hasta que harta de eso se dejaba caer con furia.

-¿DÓNDE ESTA? -se escucho gritar una voz ya con años encima.
-¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? Buscan, buscan, pero nada más que la muerte hallarán y cualquier otro placer que venga con ella...
Un golpe fue dado justo en la cara de la chillona voz que respondía irrespetuosa.
-Venga, dime y puede que hagamos tratos para que regreses con tu amo -la voz cansada ya de tratar de razonar se comenzaba a impacientar.
-Viejo, dejemos esto así, no dirá nada... porque no sabe nada -una voz más joven fue la que ahora se unía ala conversación -Además este clima me esta poniendo de nervios...
-MIEDO MIEDO JAJAJAJAJA -la voz chillona inundo el almacén -mi amo sabe lo que sienten, puede oler el miedo que desprenden... -fue callado esta vez por el golpe de un bastón, negro, con detalles en plateado.
-Mira cucaracha -esta vez era una chica, se le acerco lo más que pudo -no estas en condiciones de hablar tonterías, se me acabo la paciencia y estoy tan segura de que no sabes nada, como de que el chico de ahí atrás -señalo al pelirrojo que hace unos minutos hablo -¿lo ves? y el viejo de ahí -señalo al otro lado donde estaba el hombre con unos cuantos años encima -te van a sacar los sesos. Pero... -se alejo unos dos pasos atrás -yo no cuento con la habilidosa paciencia de ellos -levanto el bastón y con un rápido movimiento y como si encajaran a perfección le enterró la punta del bastón en el ojo al chico moribundo que estaba atado frente a ella.

Cayó de boca frente a ella.

-Te he dicho que no hagas eso -el hombre hablo más calmado -sabes que después debemos limpiar y si hay mucha sangre cuesta más...
-Rupert, que pasará si tu sobrina esta así... como este chiquillo -la chica miro al hombre con severidad.
-Entonces Audrey, buscaré la forma de regresarla a la normalidad -sus ojos marrones miraron fijos a los de la chica -Pero no debemos preocuparnos por eso ahora, no hasta estar más cerca de encontrarle.
-Los dos son una perdida de tiempo, y por cierto es más fácil prenderle fuego y quemar el cadáver, para que si en caso sea un virus o algo parecido no se esparza. -Esta vez el chico fue el que tomo la palabra.
-Tu eres conocedor de "este tipo de situaciones" Bastian, te dejo a cargo -el hombre se dirigió al chico esta vez.
-tsk, te salvas que no tengo nada mejor que hacer viejo...




Mañana del 5 de Mayo ~ Panamá




-Señor, ¿desea desayunar alguna otra cosa antes de ir a ese lugar? -un mayordomo atendía.
-¿A ese lugar? no le digas así, llamarle "putero" estaría mejor, pero para ser elegantes digamos... Burdel -el chico recogía sus largos cabellos rojos en una cola atrás -y no. No comeré más nada.
-¿Demorará? -volvió a preguntar el mayordomo.
-No creo, suele haber gente bonita ahí que nadie conoce. Sera lo mejor para el cuadro -su tono sonaba molesto, pero él siempre era así con todos.
-¿Irá en el carro? -pareciera que solo hacía preguntas.
-Es lo más seguro -miro al mayordomo -¿qué? es importante, debo ganar ese maldito concurso...
-No le he dicho nada señor, pero tenga cuidado, sabe como son los rumores en la alta sociedad. Pólvora.


Las calles estaban mojadas del día anterior, los árboles parecían cansados tratando de recostarse de los edificios y entre ellos. La noche anterior había hecho un completo vendaval.
La ciudad no es muy grande y en cuestión de minutos se puede llegar de un lado al otro. Entre un enredo de calles al fin llego al destino que se había fijado en llegar aquella mañana. E lugar de día parecía muerto, no había actividad alguna y todo estaba cerrado. Llego hasta el final del callejón y toco lo que al parecer era la puerta trasera de un local. Al cabo de un minuto alguien abrió y le dejo pasar.

-¡oh! Bastian, has llegado muy puntual, entra -Una mujer gorda, casi redonda, luciendo un vestido rojo y una bufanda peluda negra, fue la que lo recibió al abrir -Estoy tan feliz de que hayas querido venir -le soltó una sonrisita descarada.
-Sabes a lo que vengo, deja de hacerme perder el tiempo -escupió en seco.

Una vez adentro, noto que el lugar era precioso. Todo tenía un toque victoriano y a la vez moderno, muchos detalles en dorado. Al fondo lograba ver una especie de escenario y mesas con sillas bastante cómodas. Unas cuatro columnas y una escalera amplía que era adornada con una alfombra roja. "ha de ser de la tela que sobro del traje" pensó burlándose Bastian al mirar. La escalera daba a un segundo piso y desde donde estaba parado lograba ver las puertas de algunas de las habitaciones.

-Qué cosas tan grotescas suceden aquí -susurro para él mismo.
-Ay cariño, no te niegues, aquí podrás encontrar a una... o uno que te haga querer entrar -la señora ahora fumaba algo con una pipa negra que parecía hacer juego con lo que vestía.
-Déjate de asquerosidades, he venido por un modelo no por sexo -miro a la mujer de reojo y enseguida quito la mirada, fijándola hacía una de las puertas que estaba bajo la escalera.
-Bien, dime que es exactamente lo que buscas Bastian, ¿chica o chico?
-Da igual, alguien de facciones suaves y... -se vio interrumpido por su propio asombro, de la puerta donde ahora ponía su mirada salía alguien bastante peculiar.

La piel era tan blanca que parecía nube de verano, las luces opacas del lugar le hacían ver la piel menos blanca de lo que realmente era. ¿Jamás ha visto el sol? luego sus ojos, redondos y celestes, era como si estuvieran perdiendo el color y ese era el último esfuerzo de los pigmentos por dar a conocer que realmente eran celestes esos ojos. Y el cabello rubio ¿sería albino? ese rubio era un debate entre blanco y amarillo tan débil como hielo tratando de sobrevivir al fuego.
Bastian no podía creer lo que veía apenas y señalo  al chico -ese... ¿quién es?
-¿ah? ese chico, es Claude. Que gustos, lo tendré en cuenta cariño -dijo riendo la mujer.
-¿Chico? me recuerda a...
-Un ángel -termino la frase aquella mujer.
Salio del el misno shock en el que se encontraba cuando la mujer dijo "ángel", lejos no estaba, pero ¿qué hacía un chico así en un lugar como ese?
-Será ese -dijo seriamente.
-¿Qué? ¿Pero no verás más nada... digo nadie? -se levanto sorprendida -vamos Bastian, me llamas diciendo que vendrás por alguien y ya te quieres ir con el primero -largo una risa bastante estrepitosa -¡Claude! -llamo al instante -¡Claude!

El chico que se disponía a entrar en otra de las puertas cuando escucho su nombre, tenía una mirada algo despistada. Miro a la que era su jefa y meció los ojos hasta Bastian.
Se acerco hasta ellos -¡Buenos días! -saludo amablemente.
-Mira cariño subiremos a mi oficina y allí te lo explico todo -dijo la mujer que parecía que en cualquier momento los botones del vestido no resistirían y saltarían directo a los ojos de alguien.

"El trato es que iras con el joven Bastian por unos días, lo que necesita es un modelo para un importante cuadro que debe pintar. Te ha escogido a ti para eso y luego regresarás"

El chico miro con ojos serios, pero con una sonrisa disimulada al tal Bastian. Ya había oído hablar de él, renombrado pintor que vino desde Alemania. Algunos decían que por problemas con su familia. La situación ahora estaba en que él estaba ahí pidiéndole que fuera modelo. Corrección, comprando un modelo.

Inclino la cabeza a un lado -no tengo de otra más que aceptar -y sonrió al fin.
-Tsk, esto es una oportunidad chiquillo así que no la dañes -se levanto -apúrate, nos vamos ya.
-¿Qué? ¿Ya?¿Hoy? -eso lo sorprendió, no se esperaba para nada que salieran de inmediato.
-¿Algún problema? -dijo serio Bastian.
-eh yo -dijo nervioso, pero la mujer con el vestido rojo se levanto de inmediato y puso una de sus manos sobre el hombro de Claude y apretó lo suficiente para dejar una señal clara -po..por supuesto que no.

El viaje en el auto fue silencioso, Claude no se atrevía a hablar y Bastian no le interesaba hablar.

Al llegar, Claude noto que era toda una mansión, pero ¿pintar daba para esto?
Se bajaron y enseguida un mayordomo los recibió -¿Desea comer, señor? -el hombre alto, de cabello grisaseo dirigió la mirada a Claude.
-¿eh, yo? -pregunto extrañado.
-Sí inútil -agrego Bastian -Que coma y luego tome una ducha, empezaremos a pintar en la tarde.
-¿No lo hará en la noche? -volvió a preguntar el mayordomo, mientras ya entraban a la mansión.
-No, el viejo Aznar dice que tiene que vernos... -se detuvo y dejo de hablar. Miro a Claude y luego al mayordomo. Era como si de su boca salieron palabras que Claude no estaba invitado a escuchar. -En fin, ahora regreso, espero que todo este listo.

Le sirvieron una cena bastante elegante, jamás en la vida había tenido tanta comida al frente y para escoger. No desde que no viera más a su padre. El simple recuerdo le hizo estremecerse. Miro al mayordomo.
-¿Qué tipo de concurso es? -debía y parecía ser amable.
-Pues, cada año el gobierno de la República de Panamá convoca a varios artistas y escogen una temática distinta, siempre enfocándose en dejar al artista libre de escoger -parecía que lo rodeaba una calma inquebrantable.
-¿Siempre ha sido así... Bastian? -estaba ya bastante curioso.
-No le conozco más de un año que fue cuando llego aquí al país. Pero todo indica que la situación de su familia le ha forjado ese carácter a él -le sonrió.

Luego de que le indicara donde estaba el baño y tomara una ducha, lo guiaron a un salón, amplio y agradable. Ahí había una mesa, llena de toda clase de pinceles, bien ordenados y pinturas, varios colores, había más adelante un lienzo y más al fondo una ventana. El mayordomo le dijo que esperará ahí.
Lo primero que hizo fue llegar hasta le ventana y mirar hacía afuera, un jardín enorme se extendía, aunque los árboles daban un aire tenebroso, pues el clima no ayudaba en nada. Completamente nublado y una que otra vez se escapaban los rayos.

El silencio fue interrumpido por Bastian que entro con paso firme al salón, llevaba el cabello más suelto que hace un rato y sus ojos cafés no brillaban tanto como antes. Las mangas de la camisa blanca estaba remangada hasta los codos y en el cuello le colgaba un dije de una cruz en una cadena delgada.

-¿Qué haces? muévete para acá -la verdad es que era un poco bastante grosero -Tengo una pregunta para ti.
-Dime -mientras se acercaba -¿qué quiere saber el pintor de mi?
-Cuando te dije en la mañana que sería hoy mismo... te pusiste nervioso ¿por? -levanto la miraba y se topo con los ojos de Claude que le esquivaron.
-Pues... hoy va al Burdel un tipo -hizo una pausa escogiendo las palabras a usar -él... siempre pide que yo...
-¡Ya! -dijo con cara de desagrado -¿cuántos años tienes? ¿16? -se acerco muy rápido a Claude -me desagradas tanto chiquillo. Búscate otra forma de vivir menos asquerosa, de seguro eres de esos que escapa de casa porque no le gustan las reglas de sus papis...
-¡Cállate! Ni si quiera intentes terminar eso.... Tengo 17 y si sigo ahí es por mis propias razones. El enfermo ese se crispa cuando no estoy, dice que le recuerdo a su hijo y...
-Que asco, no sigas -dijo en tono autoritario.
-Quieres venir a darme lecciones de vida el pintorsillo ¿eh?. Pues para mi que andas en cosas sucias -sonrió malicioso. Y los ojos de Bastian se abrieron mucho -Nadie tiene una mansión pintando cuadros, por más bueno que seas. Solo tienes un año de vivir en este país que es como un infierno. Deja que cada quien lidie con sus demonios Bastian.

En ese mismo instante Bastian perdió a poca paciencia que le quedaba y se abalanzo contra Claude, que hizo el intento de esquivar el golpe, pero logro dar en la barbilla del chico. Lo agarro por el cuello tratando de lograr que el aire le faltara y así lo soltase. Resulto bastante efectivo, pues Bastian se separo.
En ese instante tocaron la puerta, era el mayordomo.

-Señor siento interrumpir, pero el Señor Aznar ha llamado y dice que se dirige junto a la señorita Giacometti a la Plaza Francia -hizo una reverencia.
-¿Qué hora es? -pregunto levantándose y arreglándose la camisa.
-Las tres y media señor.
-¿Las tres? es temprano ¿qué pasará? -lo último lo dijo tan bajo, solo para si mismo -Regresa a ese mocoso a la porquería de lugar de donde vino -señalo a Claude que aún estaba en el suelo.
Y se retiro de la habitación, casi parecía que echaba humo, de lo enojado que iba.

-Discúlpelo, siempre es así -el mayordomo le tendió la mano a Claude para que se levantara.
-Ha de ser muy estresante estar cumpliendo capricho de ese tipo -dijo levantándose y tocando la barbilla para sentir que tanto daño había sufrido.
-Es un buen chico, después de todo, no se moleste. Es una lastima que no sea pintado, habría sido lindo cuadro.

Fue llevado de regreso a aquel burdel, entre calles. Ya eran las seis de la tarde y todo comenzaba a tomar vida, las luces de los letreros, las puertas abiertas y personas iban y venían.

Claude bajo del auto y entro por la pequeña puerta trasera, no miro atrás. Una vez adentro el primero en recibirle fue un chico que también trabajaba ahí.

-¡Claude! Has llegado -dijo alegremente -pero... ¿qué haces aquí? no deberías de estar posando desnudo para Bastian Luttenberger -dijo riendo aún más fuerte.
-El señor mal humor tenía otras cosas que hacer y decidió que él y su ego me enviarían de vuelta a... aquí.
-Vaya, pues te digo que tengo una mala noticia -su sonrisa desapareció completamente del rostro y sus ojos oscuros parecían negros -El cerdo de Arias vino temprano apenas abrió el burdel.
-¿Qué? no, no... eso esta mal, muy mal -los ojos de Claude se llenaron de Pánico.
-Querido, Claude. Es una lástima que el negocio con el pintor fallara. Pero debes regresar -la voz de la mujer parecía un canto poco agradable -vamos, vamos -empujo a ambos chicos -háganme ganar dinero.



~Algún Sitio de la Ciudad de Panamá~
Alrededor de las 8Pm



La noche era fría, pero no había brisa alguna. Todo estaba quieto, molestamente quieto.

-No sé, pero pienso que quizás la sobrina ya no sea humana -susurro Bastian muy cerca de la oreja de la chica.
La rubia levanto la mirada hasta encontrar los ojos del pelirrojo -Eso no importa Bastian, eso no importa para nada. Nos están pagado para encontrarla, no importa como este.
-Tsk -sonó molesto -igual, todo esto me tiene con un mal presentimiento, no es algo con lo que antes hubiese tratado o así me parece.
La rubia miro ida al fondo del pasillo por donde iban caminando, puso el bastón por delante haciendo este un ruido bastante sonoro al chocar la punta plateada con el suelo de cemento -¡Padre! Tu que nos cuidas, no nos desampares esta noche, ni ninguna otra... -miro a Bastian nuevamente -Prepárate, que algo peor se esta acercando, eso si que te lo aseguro.



~Avenida Balboa - Ciudad de Panamá~
11Am



El día era muy caliente y como la noche anterior, el viento parecía haberse tomado vacaciones.

-¡ah! -musito la chica -horroroso clima -se dijo así misma en voz baja -¿cómo puede hacer tanta calor? ¿y el frío de anoche?
-Señorita, ¿seguirá ahí perdiendo el tiempo? -un señor de unos aproximados setenta años, pero luciendo bastante energía fue el que pregunto.
-¿Perder el tiempo? debería despedirte -dijo apenas abriendo un ojo para mirarle, pero seguía sin moverse de la silla de escritorio donde estaba recostada.
-Ha aceptado competir en el concurso, pero sin embargo ni siquiera a tocado los pinceles ¿pretende que se pinte solo el lienzo? -nuevamente el hombre hablo.
-Mi musa me abandono, la desgraciada.... bah. Mejor hablemos de otra cosa, tengo hambre -la chica seguía bastante despreocupada. Tenía el cabello recogido con una coleta muy alto. Vestía una falda de cuadros y una blusa de tiras, tratando de evitar el calor.
-Sabía que el joven Bastian ya empezó -fue lo único que dijo el hombre. La chica enseguida se levanto de la silla y miro al hombre.
-¿QUÉ? no, no, no, no. -rendida se sentó nuevamente -¿qué sabes?
-Fue a buscar un poco de inspiración en un burdel, dicen que saco a un chico de ahí, pero lo devolvió el mismo día...
-¿Sabes que eso sonó espantoso? jajajaja, Bastian buscando putas y putos ¿por qué no? -rió alegremente -Bueno y... ¿dónde dijiste que fue el lugar? deberíamos ir a ver al chico que devolvió -esta vez sonrió picaramente.

Eran apenas las dos de la tarde cuando ya ella estaba bajando del auto y tocando la común puerta trasera del local.
Abrió una chica que fácilmente podría irse de boca por tanto pecho por delante, rubia claramente teñida y los labios rojos, muy rojos. -¿Vienes a unirte? -pregunto mirando de arriba a abajo a la rubia castaña que hace un minuto había tocado la puerta.
Sonrió inclinado un poco la cabeza a la derecha -¿Crees que tengo cualidades para ser aceptada?
-¡Señorita! ni lo piense -aterrorizado respondió el señor detrás de ella.
-Vaya, pues... ¿quién eres? -la mujer observo a los dos personajes.
-Vengo a ver a Madame Cil. Dígale que ha llegado Audrey Giacometti -enseguida de decir eso paso por la puerta, imponente y con el bastón en mano aunque caminara perfectamente.


El lugar estaba vació, era todavía temprano, pero había en el centro del lugar un grupo de personas. Todos de sacos y algunas chicas en la tarima bailando con poca o nada de ropa.
Madame Cil la vio entrar y enseguida la recibió, llevaba puesto un raje negro igual de apretado que todo lo que usa.

-¿Fiesta? -dijo Audrey arqueando una ceja y tratando de no reírse.
-Son políticos, empresarios. Te sorprendería los gustos que tienen querida  -Le hizo una mueca señalando para que mirara bien a los hombres.
-Ese no es el dueño de... -dijo sorprendida.
-Si cariño lo es -respondió Cil.
-Vaya, la verdad es que no esperaba verle aquí y mucho menos abrazado de otro hombre... que gay... -se murmuro.
-Mejor vayamos a mi oficina, que ya es bastante bueno que en una semana ya hayan venido dos tan famosos pintores a mi humilde establecimiento -hacía gestos y ademanes con los brazos mientras hablaba.

La "oficina" quedaba a un costado de la tarima, lo que parecía una espejo y a su lado una puerta, no era otra cosa por dentro más que el vidrio de la pequeña habitación llena de lujos. La pintora pudo notar que en una de las paredes había uno de sus cuadros colgado junto a uno de Bastian.
"Que catastrófico" pensó.
Desde el vidrio podía ver el segundo piso, y las puertas de algunas de las habitaciones, también podía ver la tarima y los desenfrenos.

-y dime cariño... sé que no vienes por información como otras veces, pues ni siquiera pisas este lugar -miro al hombre que la acompañaba -además has traído a tu mayordomo con complejo de guardaespaldas.
-Deja a Gab, es un buen tipo -dijo alegremente.
-Señorita, preferiría que me llamara Gabriel y no por apodos como "Gab" -añadió el hombre.
-Como ya sabrás, Bastian y yo estamos en la disputa de llevarnos el premio de la competencia... ¿cómo era qué se llamaba Gab? -miro confusa al mayordomo.
-"Contando Sentimientos en Tinta" señorita y es Gabriel....
-Eso mismo, y pues supe que el tarado de Bastian vino por un modelo, pero lo devolvió. Tengo que aceptar que el señor pintor tiene muy buen ojo, así que quiero a la chica que utilizo...
-Bueno querida, te cuento. Fue un chico y tendrás que esperar un poco, y te lo mando a llamar ¿sí? -Madame Cil encendía la pipa y comenzaba a fumar.

-Bien, me parece bien -se acerco a mirar más de cerca por el vidrio y memorizar todas las caras importantes que veía en la sala, pero su mirada se desvió hasta arriba, en una de las puertas cerradas que ahora estaba abierta.
De a habitación salía ni más ni menos uno de los patrocinadores del concurso, Vincent Arias. D estatura media, de unos cincuenta y tantos años y con una barriga que no exactamente conoce el ejercicio, puede que jamás lo allá percibido tan si quiera. Cabello abundante, oscuro ya con algunas canas. Se acomodaba el saco mientras bajaba por las escaleras. Cil seguía hablando sobre algo, pero Audrey observaba muy atenta lo que pasaba afuera del vidrio.

Por la puerta esta vez salía una figura, delgada y despeinada, el cabello casi blanco y con los ojos entrecerrados. Sus manos se restregaban en su cuello suavizando lo que parecía el dolor. Claude.

El bastón de Audrey cayo al suelo y sus ojos se abrieron mucho. La oficina quedo en completo silencio.

-Cil... -pasaron unos segundo antes de que dijera algo más -¿Cómo es que tienes a ese niño aquí adentro metido? -se giro de inmediato para encontrar la mirada de Cil.
-¿Niño? oh, te refieres a... -rió nerviosamente -es que él vino y pidió...
-¡Maldición! Cil, no aprendes nada. -El rostro sonriente ya había desaparecido.
-Por cierto cariño... ese fue el chico que se llevo Bastian...
-¿QUÉ?


A Claude le parecía grotesco tener que lidiar con ese viejo cada semana, y ya había agarrado la manía de venir hasta dos veces por semana. El día que Bastian había ido por él, Vincent iba y como lo encontró ha venido una tercera vez por él.
Le parecía tenebrosa la idea de tenerlo tres veces por semana. Esta vez le había atado una soga al cuello ¿Qué pensaba? ¿Ahorcarlo?
Pero esa noche... donde le dijo que todo lo hacía porque le recordaba a su hijo... Pensaba que mejor con él a que una inocente alma saliera lastimada.
Camino hasta los vestidores y de inmediato se fue a dar una ducha, en lo que estaba tratando de lavar de si los últimos veinte minutos de su vida, toco a la puerta alguien.
-Querido, Claude -era la voz de Madame Cil, sonaba diferente.
-¿Sí? -pensó por un momento que el viejo de Vincent quería algo más.
-Necesito que vayas a la oficina, parece que te has vuelto popular con los pintores.

"¿Pintores?"
-No puede ser... ¿qué clase de loco será esta vez? -pensaba mientras se arreglaba para ir.
Camino despacio hasta la oficina, miro hacía atrás y logro ver a Vincent que desde una de las sillas entre todo el revuelo le coqueteaba a una chica -Que miserable vida.
Entro a la oficina y lo primero que vio fue a un hombre de saco sentado en la silla de espera, tomaba lo más posible té. Cerro la puerta y desde el vidrio veía a Madame Cil del otro lado animando a las chicas, lo más seguro para que sacaran más dinero, volvió la vista hasta al hombre -Mire... señor -uso un tono bastante amable -Yo sé que sus concursos son importantes y todo eso, pero la verdad no deseo más propuestas de pintores... -pero se vio interrumpido.
-Eso es injusto Gab, ni siquiera sabía que tu pintaras... ahora si que te despediré -la voz dulce y burlona lleno la habitación.
La silla del escritorio se giro, en ella una chica de cabellos rubios oscuros, ojos verdes oscuros y piel blanca. No tan blanca como Claude, vestía una camisa blanca de mangas largas, pero las llevaba dobladas hasta los codos, una especie de lazo azul en el cuello, pero ya estaba bastante desarreglado para saber que realmente era. Se levanto y así pudo notar que llevaba una falda no muy larga negra de tabletas y con todo ese "look" unas zapatillas que desconvinaban totalmente. En la mano sujetando un bastón bastante elegante, se le acerco y le extendió la mano.

-Mucho gusto Claude, mi nombre es Audrey Giacometti y me gustaría que me escucharás antes de rechazar a todos los pintores del mundo -le guiño el ojo acompañado de esa singular sonrisa. Miro a Gabriel -fuera de aquí Gab.
El hombre se levanto y salió de la habitación.
-¡Vaya! esto si que es una sorpresa -dijo al fin Claude, inspeccionando a la chica, ya había oído ese apellido antes, y no recordaba de donde.
-La verdad que sí Claude, toda una sorpresa. Parece que te has llevado una mala impresión de los pintores, pero yo vengo a ofrecerte cosas... mejores -su voz sonaba agradable.
Se le quedo mirando un momento antes de responder -¿cómo qué?
-Pues un cuadro toma desde una noche hasta meses en realizarse, todo depende la inspiración -lo volteo a ver y le hizo un ademan para que se sentará -verás debo aceptar que soy de las que se toma bastante tiempo pintando -dirigió su mirada a su propio cuadro colgado en la pared -y de las que no soporta saber que tu estas aquí -hizo una pausa.
-¿Yo? -dijo extrañado.
-Tu no perteneces a este agujero y sé que no quieres pertenecer... la pregunta es ¿por qué aún sigues aquí?
-Creo que eso es algo que solo me incumbe a mi -dijo receloso de su secreto.
-¡Bien! ¡te adopto! -soltó de repente.
-¿Qu.. qué? -vaya que si era curiosa esta chica.
-Como oyes muchacho, te acojo como aprendiz, te llevo como acompañante... ¿dama de compañía es para las chicas que llevan a todas partes las viejas ricachonas? ¿Caballero de compañía? -dijo soltando una pequeña risa.
-Espera... espera... ¿estas dispuesta a sacarme de aquí? ¿qué vas a pedir sexo todas las noches?
-¿Qué? -hizo una mueca con la cara -la verdad este lugar te tiene la mente bastante enferma querido -se le acerco -solo es que me recuerdas a alguien.... alguien que hace un tiempo atrás no pude proteger -su miraba bajo -quizá esta es una señal de Dios. Vine aquí para robar el modelo que Bastian había desechado y crear una pintura ganadora y luego burlarme de él, pero me encontré contigo... -perecía que escogía las palabras.
Claude se le acerco y sin palabra alguna de por medio la abrazo.
-Parece que quieres llorar... no lo hagas, no llegues a eso... te acompaño -le dijo entre un susurro.
-Me parece bien, me parece perfecto...
-Pero dime Audrey Giacometti ¿cómo convencerás a Madame que me deje ir?
-Verás Claude sin apellido aparente... ya le convencí... -la sonrisa era completamente descarada, se soltó del chico y rápido se acerco al vidrio y miro a los de afuera -Yo tengo poder absoluto sobre Madame -se volteo enseguida y le extendió la mano -Claude ¿vendrás conmigo?


La mano estaba extendida, él quería, deseaba aceptar. Pero si algo había aprendido todos estos años era desconfiar de todos, la idea era tan tentadora que casi acepta de inmediato.

-¿Me dejarás con la mano en el aire? -la mirada era tierna, casi daba ganas de abrazarla nuevamente.
-No... -se incorporo, estaba pensándose bien las cosas -¿poder sobre Madame? eso haz dicho.
-Madame andan en algunos truculentos negocios, y no creo que le guste perder -se volteo y poso nuevamente su mirada en el vidrio, parecía que miraba algo atenta afuera -su... ¿negocio?
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti? -quería aceptar, pero quería hacer verse más desconfiado de lo que realmente era.
-umm -murmuro algo que Claude no pudo distinguir -¿Qué quieres que te diga para que confíes en una extraña? -se le acerco mucho y paso sus brazos por los hombros del rubio -¿Puedes confiar en mi?


-Para nada que tienes sentido común... pero si pones esa cara, ten por seguro que te diré que sí Audrey -fue lo único que pudo decirle.

Enseguida, la cara triste que la chica había puesto en su expresión desapareció. Una sonrisa ilumino el rostro y le tomo enseguida por las manos.
-Claude, la pasaremos de maravilla.
-"Da miedo" -pensó para si Claude.
Salieron de la oficina y con disimulo llegaron hasta la salida trasera. En la puerta estaba Madame Cil, fingiendo un llanto, con pañuelo en mano y todo.
-Mi pequeñito Claude me abandonas. ¿Quieres que te pague mejor? o... -fue interrumpida.
-Nada -puso la punta del bastón cerca del cuello de Madame, pero las sonrisa desenfocaba con la acción. -Sabes lo que hablamos, déjalo irse tranquilo.
-Sí, si... tranquila Audrey que no se te vaya a ir la cordura querida -la risa era nerviosa.

Claude observo atento, si era cierto que ellas dos se conocían de antes, y que Madame sabía como acostumbra Audrey a reaccionar. -No sé preocupe Madame, y trate no revelar donde estoy ahora, sería todo un problema llevar personas indeseadas hasta donde mi nueva tutora -la verdad es que demostraba excelentes modales.

El anciano de antes estaba al comienzo del callejón, esperando a un lado de un auto, bastante sencillo de color negro. Subieron y esperaron a llegar.

El lugar era un edificio bastante alto.

-¡Un momento! ¿Todo el edificio es tuyo? -se le escapo.
-¿Estas loco? ¿Quién se podría pagar todo un edificio con tan solo pintar cuadros?

La mirada de ambos se cruzaron.

-El joven Bastian lo hace -hablo Gabriel en el asiento del conducto.

Ambos lo miraron, en ese mismo momento se comenzaron a bajar del auto.

Un paso a una nueva vida. Suponiendo que más tranquila.